Capítulo 18: Prisionero

2K 122 5
                                    

POV EDWARD

Al día siguiente por la mañana recibí el paquete tan esperado, al abrirlo debo admitir que sufrí un poco de decepción ya que mi mente si imaginaba un móvil último modelo o quizás algo más tecnológico, sin embargo lo que tenía en mis manos era un celular pequeño con una pantalla diminuta y con solamente dos botones.

A los pocos minutos de encenderlo recibí una llamada, era el mismo hombre con el que me había comunicado la mañana anterior. En nuestra corta conversación definimos el lugar donde encontrarnos.

-¿Ubica Lakeside Avenue? –Preguntó haciendo que me quedara callado por un momento intentando recordar la calle que me mencionaba. Después de algunos segundos de silencio fui capaz de saber que avenida era la que me indicaba.

-Si no me equivoco se encuentra paralela a la Interestatal 90, ¿no es así?

-Está en lo correcto. De acuerdo, escuche con atención Señor Cullen. Una vez que ingrese a Lakeside se dirigirá al Lake Washington Boulevard donde podrá estacionar su automóvil, una vez que haya hecho eso, intérnese al parque. Estaré vigilando su llegada y cuando vea conveniente me reuniré con usted. ¿Alguna duda?–Mientras me daba las indicaciones me encontraba tomando nota mental del lugar del encuentro.

-Entiendo, lo veo ahí a la hora acordada.

-Bien. –Comentó secamente y después de unos segundos en los que yo pensé que había cortado la comunicación volvió a hablar-. Señor...no se olvide de traer consigo la foto.

-No lo haré. –Sonreí y terminé con la llamada.

Conforme iban pasando las horas, el ansia de salir del trabajo iba en aumento, no me podía concentrar en los nuevos convenios que tenía que autorizar. La foto que se encontraba en el bolsillo interior de mi saco quemaba, pero provocando una sensación agradable de tenerla sobre mi corazón. Lo único que quería hacer era sacarla y admirar su belleza, que a pesar de encontrarse grabada en mi mente no le hacía la más mínima justicia. Sin embargo, no quería correr el riesgo de que alguien entrara y todo el plan se convirtiera en un fracaso antes de haber comenzado.

Dos horas antes de la hora acordada recogí mis cosas para retirarme de la oficina, pero al abrir la puerta para salir...me la encontré.

-¡Edward! –Gritó efusivamente y me tomó fuertemente del cuello obligándome a besarla.

-Jane...-Murmuré separándome lentamente de ella, no quería ser brusco y despertar alguna sospecha.

-¿Qué? –Se cruzó de brazos mirándome.

-Debo salir, Alice me está esperando en casa. –Inventé el primer pretexto que se me vino a la mente, rogando al mismo tiempo porque Alice no se encontrara en la empresa.

-Perfecto. –Aplaudió y tomó mi brazo encaminándome al elevador-. Ella nos puede acompañar a comprar el anillo.

-¿Qué? –Fue mi turno de preguntar deteniéndome a medio camino.

-Tiffany's, ¿recuerdas? –A la simple mención del nombre de esa tienda maldije por dentro arrepintiéndome de no haber salido más temprano de la oficina, quizás así habría evitado todo esto.

-Cierto...aunque no creo que Alice este de ánimo de ir a ayudarte a escoger el anillo, tiene una migraña muy fuerte, de hecho voy a llevarle la medicina y ya sabes cómo se desespera...-Me solté de su brazo caminando hacia el elevador presionando el botón.

-¿Migraña? –Puso los ojos en blanco-. No entiendo por qué la gente se siente morir con solo un dolorcito de cabeza.

-No es cualquier dolor Jane. –Comenté intentado ser lo más amable posible.

-Sólo duele un poco. –Suspiró y en cuanto las puertas del elevador se abrieron ingresó-. Entonces te acompaño a que dejes esa medicina y después vamos por el anillo, te recuerdo lo que te dije ayer.

Más obligado que de ganas entré al elevador y negué con la cabeza, no podría librarme de ella y tampoco podía perder más tiempo yendo a casa de Alice por un dolor de migraña recién inventado.

-Mejor vamos primero por ese anillo. –Esbocé una sonrisa fingida, lo que provocó una curvatura de sus labios, en Jane, eso era lo máximo que se podía obtener de una sonrisa.

-Vamos. –Dijo presionando el botón del estacionamiento. Mientras las puertas se cerraban sentí claramente como si unas garras afiladas comenzaran a presionar mi garganta, me sentía aprisionado por la decisión tan repentina que acababa de tomar, sólo esperaba poder librarme pronto de ese callejón oscuro en el que yo mismo había decidido entrar.


Vuelve a amarmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora