A que no me dejas

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Esta mañana, como las anteriores desde que la conocí, me desperté pensando en ella. En su cuerpo, la forma en como continuamente se entregaba a mi pese a la resistencia de su mente; en sus ojos tan oscuros y transparentes a mi lectura. Y, por supuesto, en su sonrisa. Era la más sincera que alguna vez alguien me dirigió, aun cuando me sonreía por mero compromiso social, sus labios se curvaban de una manera especial y única, diferente a como lo hacía cuando realmente estaba alegre.

Pese a que la noche anterior ella había decidido dejarme allí, solo y con la sinceridad de mis sentimientos, yo sentía una renovada fuerza. Regalo propio de la esperanza que me dio su reacción, sabía que no me había perdonado aquello que yo no había hecho pero que ella juraba que sí y, en eso era en lo que yo planeaba agarrarme. Porque si aun creyéndome infiel me amaba, cuando lograra que me escuchara y entendiera que no había pasado nada, me amaría mucho más. O, al menos eso esperaba.

***

Muchas veces me creí afortunada, esa manera de amar y sentir, no todos en el mundo tenían la dicha de vivir. Así que cuando cada mañana, sus ojos verdes y su sonrisa demasiado blanca llenaba mi cabeza, yo sonreía. Aun en los peores días, aquellos donde moría por odiarlo, al despertarme me regalaba unos minutos de descanso y pensaba en lo afortunada que era por haber conocido tal manera de amar.

Cuando llegue anoche a casa, mi mente estaba presa de una confusión tan desgastante como inevitable. No entendía la constante insistencia de él por negar lo innegable, yo lo había visto. Mis ojos vieron como ella se sacaba la ropa sentada en su regazo y cómo él sostenía con fuerza el borde del vestido de la mujer que se enroscaba en su cintura. No fue algo que me contaron, algo que creí ver. Fue la verdad y aquella había roto todo lo que existió entre los dos.

Con el tiempo creí que sería capaz de seguir adelante y continuar con los proyectos profesionales que alguna vez habíamos iniciado juntos. Pero anoche cuando mi cuerpo, mi mente y mi corazón entero creyeron el "te amo" de sus labios, supe que estaba perdida y era momento de terminar lo que ya había finalizado.

***

Al llegar a la empresa y verificar varias veces de que ella no había llegado, decidí esperarla antes de ingresar a la oficina. No había más tiempo para perder, necesitaba hablar. Usar la cabeza y no el deseo con el cual pensé alguna vez que ella cobraría el error de haberme dejado.

La primera noche que pasamos juntos después del divorcio, fue el mismo día de la firma. Yo llegué a casa, la nuestra, la que conseguimos y decoramos juntos; completamente borracho. Toque con fuerza el timbre y comencé a gritar cuando los minutos pasaron y ella no aparecía; cuando las luces de las casas vecinas comenzaron a prenderse, ella salió por la puerta principal ataviada en una bata de seda completamente elegante y una mirada fría que nunca me había dirigido.

Cuando estuvimos adentro, la arrincone contra la puerta cerrada, la levante sobre mi cuerpo y la penetre. Ella lloro en mi hombro, de impotencia, de rabia y posteriormente, de deseo. Enterró sus uñas en mi espalda, gimió y grito mi nombre cada vez que la lleve al orgasmo. A la mañana siguiente en medio de la resaca, yo me desperté con la ilusión de volver a empezar. Ella ya no estaba, a mi lado había una nota que me pedía que cuando me marchara intentara no volver más. No cumplí.

***

Al llegar a la empresa, todos me observaban de una manera extraña. Quizás las cajas vacías en mis manos eran lo suficientemente notorias pero yo necesitaba marcharme de allí, borrar mi rastro lo más rápido posible. No importaba si todos los que me miraban especulaban sobre los motivos o intentaban interrogarme después.

Al acercarme más a los ascensores lo vi por primera vez en el día, él me daba la espalda mientras observaba su celular de una manera ansiosa. Me reprendí cuando mis pies comenzaron a moverse hacia su dirección, parecía inviable que ellos decidieran escucharme, ahora o aquella vez que también fueron a su encuentro. Después de nuestra primera cita lo encontré en el hall de la universidad, dando la espalda hacia la entrada no tenía posibilidad de verme.

Ecos de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora