Sigue la invetigación

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Siempre me habían dicho que mi lugar era este, que mi familia lo era todo, mis hermanos mis únicos amigos, jamás sabia como la vida podía cambiar tras una serie de malos días.

Me llamo Mirajane Strauss y creo que ya no puedo aguantar más, antes vivía con mi familia. Éramos millonarios, había mucho dinero en casa porque mis padres eran buenos haciendo negocios y eran buenos jefes en las empresas que tenían, mis hermanos y yo siempre quisimos ser tan buenos trabajadores como mis padres. Pero un día un falso rumor se extendió.

Dicho rumor decía que todo lo que teníamos era gracias a la corrupción y empezaron con las investigaciones, después de eso salieron varias trampas. Mi padre jamás fue un corrupto y me niego a aceptar la falsa verdad que me quieren hacer creer, pero por culpa de eso unos señores mataron a mi padre al dar algunas cosas a la policía.

Después de ese día ya no nos quedo mucho. Madre empezó a trabajar en un restaurante ya que era buena cocinera y yo como buena hermana mayor cuidaba de mis hermanos Elfman y Lissana siempre les tuve que cuidar, enseñar y proteger del mundo.

Pero yo jamás habría pensado que el mundo sería así, mataron a mi padre injustamente y encima la investigación se paro diciendo que él se había suicidado. Pero mi familia lo vio, vimos como le disparaban aquella noche. Un hombre con una extraña marca en su rostro.

Era tan pequeña que ese día me marco de por vida.

Desde aquel día a escondidas de mi familia, investigué por mi cuenta. No tenía mucha información, por no decir nada... solo un boceto que dibuje con la marca de aquel hombre pero nadie en ninguna comisaria lo reconocían.

Ahora ya tengo 22 años y madre se está muriendo por culpa de las depresiones y lo poco que come. Solo tenemos una casa en la zona residencial de una cuidad podrida, estoy tan harta de vivir así y encima con el enigma de el asesino de mi padre.

-Mirajane. –Mi hermana me llamaba pero seguía concentrada en hacer la comida. – Mirajane, Mirajane.

-¿Qué pasa Lissana? –Pregunté en cuanto me di cuenta.

-Tengo hambre, va a tardar mucho. –Le acaricie el pelo.

-No mucho, aguanta un poco más, ¿vale? –No me gustaba ver como pasaban hambre los míos.

-Creo que podre. –Me sonrió. –Tiene buena pinta, entre nosotras, cocinas mejor que mama. –Dijo aun con esa sonrisa.

-Entre nosotras, Lose. –Le devolví la sonrisa y empezamos a reírnos.

-Lissana, Mira ¿Que os pasa? –Mi hermano con sus típicas pesas en la mano. -¿de qué os reías?

-De ti cuando coges las pesas. –Entonces nos reímos el doble.

-Oye que me estoy poniendo en forma para protegeros. –Se molesto un poco, pero tenía razón, desde aquel día estuvo entrenando como un loco por hacerse fuerte y me sentía orgullosa de él por conseguirlo, pero lo que no me gustara era que luego hiciera peleas fuera para traer dinero en aquel ring hechos para la diversión de algunos borrachos.

-Pues me alegro de eso, así estamos más seguras. –Sabia como levantarle él animo a mi hermano.

-¡Soy todo un Hombre! –Enseguida le miramos y le llamamos la atención.

-Shhh... Madre duerme. Cállate.

-Perdón. –Entonces se fue un poco decaído.

La verdad es que afectaba la situación en la que estábamos. Solo de mirarme al espejo y ver que había adelgazado un poco, mi pelo blanco estaban un poco desaliñados pero al hacerme la coleta en el flequillo ya estaba mejor, mis ojos azules no brillaban como antes...

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