Mi antiguo hogar

529 33 30
                                    

El día empezó muy bien.

Estaba dormida y empecé a notar como mi cuerpo reaccionaba a ciertas caricias que notaba en mi intimidad. Me fui despertando a la vez que sentía más placer, al principio me asuste al llegar un gran gemido pero enseguida vi la cabellera roja con esa sonrisa maliciosa y mirada divertida.

Después de mirarnos siguió haciéndome sentir que viajaba a un paraíso, no dure mucho aguantando tanto placer así que llegue al orgasmo tras aumentar el ritmo de su lengua y sus dedos en mi interior.

-Te vienes enseguida. Estás muy sensible. –Acabe derrotada y con la respiración muy acelerada, intentaba ponerme en mi cordura pero el que paseara sus manos por cuerpo y me fuera dejando sus marcas me extasiada, demasiado.

-Gracias por este despertar. –Me arquee de nuevo para darle más permiso sobre mi cuerpo mientras de fondo escuchaba su risa.

-De nada ha sido todo un placer. –Nos miramos y aprovecho para giñarme el ojo mientras palpaba mis pechos. –Me gusta tu cuerpo Mirajane. –Su mirada oscura volvía a clavarse justo como los primeros días.

Me acerqué a ella y note que también estaba desnuda. –Me gustaría volver a acariciarte, como ayer... -Negó mientras me besaba el cuerpo.

-Te dije que era solo por una vez. –Nos miramos de nuevo. –Hoy es tu día libre, puedes ir con tu familia si lo deseas. –Note su voz un tanto cálida pero su mirada me seguía intimidando.

-Gracias, les hará ilusión verme de nuevo. –Me sonrió de lado. Y empezó a levantarse.

Observe como se levantaba y como se ponía un camisón. –Tienes un cuerpo precioso.

-Gracias por recordármelo. –Me miró divertida y se metió en el lavabo.

De mientras me volví a estirar y recordar lo bien que me sentía en la noche anterior.

-La amo. –Susurre mientras cerraba mis ojos y me dejaba llevar por mis recuerdos.

No pasó mucho rato hasta que me levante y me prepare para un nuevo día mientras Erza se encaminaba a su oficina.

Pero algo no iba bien, en mi notaba que no algo estaba mal. Y lo sentí en cuanto Simon dijo su nombre.

Iba a reunirme con ella para avisarle de que me iba hasta que escuche a Simon.

-Jellal Fernandez quiere verte, te necesita. –Tras eso Simon cerró la puerta y me dio apoyo. Pero nada más abrir la puerta la vi, se ponía el abrigo para irse.

-Mirajane, debo irme. –Me miró. -¿Qué deseas?

-Ten cuidado. –Tenia la garganta seca y sentía impulsos de seguirla para ver de quien se trataba ese hombre.

-Lo mismo digo. –Cogió varias cosas y las metió en un bolso. –Por cierto, no tienes hora para volver... así que puedes tardar o incluso venir al día siguiente. Estaré en cuanto anochezca.

-Podrías pasarte por casa... la de mi familia. –Me miró algo confusa y dejo de ordenar sus cosas. –Seguro que te quieren agradecer el que me cuides y me des trabajo. –Me puse nerviosa al ver que sonreía.

-Claro, no me será molestia el pasarme a saludar. –Sonreí, la verdad es que juraría que irradiaba alegría. –No sabía que te podía hacer tan feliz eso. –Volvió a extrañarse.

-Solo es que... para mi es importante. –rió flojito.

-Estás a otro nivel. –Siguió con lo que dejo anteriormente y fui hacia ella. Buscaba algo como despedida. Un beso... por ejemplo.

Aprende a conocerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora