- ¡Mami, Mami Mami! -grité asustada- ¿¡Mamí porque Papi no se mueve?!, ¡Mami!
- Lo siento pequeña... te amamos -se escucha un disparo y Mamí cae al piso.
Desperté sudando, otra vez esa maldita pesadilla, ¿cuándo se irá?, quité la sábana que estaba pegada a mi cuerpo y encendí la lámpara, haciendo que mi compañera de cuarto se quejará.
- Emilia, apaga la luz por favor -reclama Daisy.
También es huérfana, a ella solo la dejarón aquí a su suerte.
- Disculpa, no quería despertarte... lo siento -me disculpo y se sienta en su cama.
- ¿Pesadillas, otra vez? -asiento limpiándo mi cara con la sábana.
- Si, apagaré la luz -le aviso y asiente sonriéndome.
Quedamos otra vez en oscuridad, me acomode en la cama y suspiré cansada, mi respiración sigué muy descontrolada.
- ¿Nerviosa? -pregunta mi compañera.
- No, ¿porqué lo estaría? -murmuré, sentí un frío y me tapé.
- Mañana te adoptarán, tendrás una familia -recuerda y puedo ver una sonrisa en su rostro.
- No me hace feliz, ¿porqué querrían adoptar a una chica de 16 años?, es estúpido -digo.
- No lo se, pregúntale a quién será tu familia, buenas noches -dice.
No respondí, ser adoptada a mi edad no es bueno, ¿para que me adoptarían?, entre tantas preguntas... dormí sin respuestas.
Al despertar me vestí con unos jeans celestes desgastados en los muslos, mis vans negras, mi polera negra de Nirvana, y mi polerón azul con bolsillos de canguro y capucha, mi cabello castaño lo dejo suelto y no me maquillo solo me coloco brillo labial de saber sandía.
Tomé mi maleta, la cuál es pequeña y casi vacía, no tengo mucha ropa incluso la que tengo puesta me la acaba de regalar la Madre superiora, por una celebración de que ya me adoptaron, como yo le digo; celebración de que ya me voy. El señor, joven o no se llamado Brad Zimmerman, me adoptara, por mi quisiera cumplir mis dieciocho y salir de aquí, trabajar y crecer por mi misma.
Daisy se vistió en el baño y yo salí para desayunar, pero la Hermana Eleonor se aparece frente mio.
- Emilia, tu papá ya esta aquí -sonrié.
- ¿Eh? -digo confundida.
- Tú papá adoptivo, vino solo ya que su prometida esta trabajando, ve a buscar tu maleta te espero en la oficina de la Madre superiora -dice la Hermana Eleonor y se voltea con una sonrisa.
¿Ya debo irme?, no quiero. Pertenezco a este orfanato, desde hace 5 años... no puedo irme, carajo no puedo hacer nada. Entro a la récamara compartida otra vez y saqué mi maleta.
- ¿Qué haces? -pregunta Daisy secando su cabello con la toalla.
- Me voy -alce mis hombros suspirando, suelta un gritito.
Daisy esta más feliz que yo, que ironía, debieron adoptarla a ella en vez de a mi.
- ¡Suerte Emilia, te deseo lo mejor y llamame o escribeme! -dice emocionada, reí por su intusiasmo.
- Gracias, cuídate mucho te aseguro que te adoptarán muy pronto Daisy -la abrazo.
Salgó de la récamara y camino hasta la oficina de la Madre, tocó la puerta y escucho la dulce y delicada voz de la Madre.
- Madre Superiora -entré y vi la espalda de un hombre, al parecer alto.
- Emilia, ven acercate -dice y la obedezco, me siento al lado del hombre- salúdalo.