Monstruos debajo de la cama.

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Fue casi como tener náuseas, hacía tiempo que no viajaba a través de una constante, y vaya que me hacía falta. 

-¿Qué es eso?- Preguntó sacándome de mis pensamientos

-Shhh, observa- me limité a responder

Sabía que ella no entendía nada, y que se moría de ganas de satisfacer su curiosidad, pero todavía no era el momento.

-¿Quién es ella?- Señaló a la chica de cabellos dorados que se encontraba justo frente a nosotros, en el tocador de su habitación, aquella habitación en la que nos encontrábamos hacía menos de un minuto. Salvo que, la otra estaba completamente destruida, y ésta por el contrario, estaba casi como nueva. 

La pequeña de no más de 12 años, se encontraba jugando con aquél peluche que habíamos tocado con anterioridad. 

La felicidad de la niña es palpable, se nota por como sonríe, pero pronto su mirada se oscurece, deja de inmediato los juguetes y sus ojos reflejan miedo y preocupación, mirando hacia el vacío reloj de pared que marca las 6 en punto de la tarde,aquel reloj de pared blanco como todos los muebles de la habitación que anuncia la llegada de su padre.

En un desesperado intento por levantar los juguetes de la alfombra,la pequeña de cabellos dorados tropieza con aquel peluche de felpa, y el sonido que provoca su caída, me hace casi olvidar que esto, no es más que un recuerdo de lo que Ya pasó. 

-¿Qué le sucede? ¿Por qué dejó de jugar? ¿Qué pasa con ella? ¿Que ocurre?- Mil y un preguntas surgían de la pequeña materialización quien con ojos muy atentos, observaban cada uno de los movimientos de la pequeña niña. 

Ella, por su parte, no hace nada más que correr por toda la habitación, desesperada, angustiada guarda los juguetes en el baúl blanco que se encuentra a los pies de su cama, las muñecas, las estiva en la repisa de su escritorio, a toda velocidad, cierra la puerta con llave y se lanza a la cama.

Con lágrimas en los ojos, lo único que hace es abrazar al peluche de felpa, tapándose con las sábanas de su cama.

Los golpes en la puerta anuncian la llegada de su padre. 

-Mariela, ábreme la puerta- se oye en el pasillo.

-¿Quién es?- jalándome la túnica, y con los ojos llenos de curiosidad, la pequeña materialización me mira, esperando mi respuesta.

-Un monstruo- me limité a responder.

Pude notar por la mueca que hizo, que no estuvo conforme con mi respuesta, pero lo importante era que viera, la clase de criaturas que eran los humanos, cuando volvamos a la realidad, le explicaría con más detalle lo que pasó. 

-¡Vete!- con las manos en las orejas y el peluche aún en brazos, la pequeña lloraba y sollozaba.

-¡MARIELA! ¡NO LO VOY A REPETIR! ¡ÁBREME LA PUERTA!- Cada palabra acompañada de dos golpes con los puños, podría decir, que retumbaban fuerte en la habitación.

-¡VETE!- la pequeña sigue en la misma posición, llorando y aferrándose al peluche de felpa.

De nuevo, sentí un tirón en mi túnica - ¿Por qué pelean?- la pequeña materialización me miraba, de nuevo, con su insaciable curiosidad 

-Porque, él es un monstruo- Su mueca de inconformidad, se asomó una vez más por su rostro

De un momento a otro, los golpes cesaron, pero luego de un minuto, el silencio fue sustituido por un fuerte estruendo, la pequeña de cabellos dorados, seguida por la pequeña materialización, dieron un respingo. 

-¿Qué ah pasado?- preguntó mirándome 

-El monstruo logró entrar- de inmediato su mirada se dirigió al padre, quién portaba en la mano derecha una botella de licor, y a la puerta, que yacía tirada en el suelo de la habitación.

-Ven, mariela, haz feliz a papá- exclamó una vez dentro. 

-¿Qué hace?- de nuevo, un tirón.

-Shhh, mira- 

El hebrio padre, se acercó a la pequeña mariela, quien aferrándose al peluche, sólo suplicaba que parase, lloraba y gritaba, pero nunca nadie acudió a su ayuda. 

Siempre era lo mismo.

Siempre su padre hebrio

Siempre llegaba a las 6 de la tarde

Siempre la golpeaba

Y siempre la violaba. 

Nunca nadie le ayudó, nunca nadie acudió a su auxilio, y su único confort, era aquél oso de felpa amarillo, aquél con la oreja un poco raspada.

Lo único que la ayudaba a sonreír, era aquél peluche, en el que depositó todos sus sentimientos, para que los guardase por toda la eternidad.

*

La ilusión terminó, y regresamos a la realidad, la pequeña materialización, tenía lágrimas en los ojos, pero no me atreví a mirarla. devolvió el peluche en donde lo había encontrado y me dio su mano, para que la sujetase. 

En unos minutos, nos encontrábamos caminando por las calles solitarias del mundo humano. 

-Si era su padre....- Su pequeña vocesita, casi en un susurro, rompió el silencio - Si era su padre.... ¿Por qué lo hizo?- tristeza, preocupación, y como siempre curiosidad. Eso es lo que había en su voz.

-A veces, los monstruos no viven debajo de las camas- Me detuve y la miré - A veces, viven en las casas, y fingen ser personas, sólo por diversión- 

La tomé de la mano y seguimos caminando, en busca de una pista, para saber el motivo de la visita de la pequeña materialización. Aunque.. ahora que lo pienso, creo que le daré un nombre.... la llamaré "Génesis". 


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Perdón por tardar, tuve un pequeño problema con mi cuenta, pero ya está solucionado, a partir de ahora, subiré un capítulo cada tercer día:) comenten que les parece la historia, gracias <3


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⏰ Última actualización: Oct 05, 2015 ⏰

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