Ella cantaba como los ángeles. ¿Hay algo que ella no pueda hacer? Oh, preguntaré eso.—¿Hay algo que no puedas hacer tan bien? -pregunté mientras la miraba seriamente, ella rió como si supiese que lo había pensado antes de preguntarle.
Su risa me hizo sonreír.
—Sí, soy un desastre cocinando -sabía que diría eso-. Y no es que me queje, la verdad es que mi comida es muy sabrosa, el problema es el lío que queda para limpiar.
Ah, pero eso no era tan malo.
—¿Sólo eso? -pregunté, sólo quería sacarle conversación, ella sonrió hacia mi dirección y asintió. Luego nos quedamos en silencio mientras sonaba la radio.
—No es verdad -murmuró Steve.
—¿Qué cosa? -pregunté.
—Nunca le he dicho que lo amo, no soy de esas que dicen "te amo" al primer mes -dijo mientras cruzaba a la derecha-. La verdad es que no le digo te amo a nadie.
—¿Por qué él inventaría algo así? -pregunté cuando estacionó en frente de un Domino's Pizza.
—Porque es un becerro celoso -dijo riendo mientras salía del auto.
¿Becerro?
—¿Becerro? -yo la seguí mientras entraba a la pizzería.
Ella sólo río y se puso en la fila.
—¿Cuál quieres? -preguntó mientras yo la miraba y luego volví mi vista hacia el marcador.
¿No debería ser yo él que pregunte eso?
—La que tú quieras, ya no tengo tanta hambre -me sobé la barriga y ella miró y se rió.
—Me recordaste a papa por un segundo -dijo sonriendo.
—¿Papa? ¿Tu papá? -pregunté y al momento me arrepentí, su mirada decayó.
—Ojalá mi papá fuera la mitad de hombre de lo que es mi abuelo -dijo y levantó su mirada hacia mí.
Creo que lo arruiné.
—¿Quieres hablar sobre ello? -me sentí muy incomodo de nuevo-. Te prometo que seré como lo fui anoche, sólo que sin la entrevista.
—No, quiero comer y luego no sé... -miró hacia abajo y murmuró algo ininteligible para mis oídos. Creo que fue como "Morirme tal vez" pero yo tengo los oídos muy sucios y aparte, según el aviso que da mi teléfono cuando uso los audífonos a todo volumen, estoy sordo.
Me desvié.
—¿De dónde eres? -le pregunté mientras le rogaba a Dios que mirara hacia donde yo estaba.
—Venezuela -dijo y Dios escuchó mis plegarias porque sus hermosos ojos volvieron a ver los míos.
Ok, tal vez fue el hecho de que ella era muy hermosa, que tengo los oídos sucios, el aviso de los audífonos a todo volumen y que mucha gente hablaba al mismo tiempo pero no le presté atención cuando respondió lo que sea que le haya preguntado.
—¿Cómo? -y justo en ese preciso instante en el que hablé la peste que tenía que se había ido la semana pasada tomó posesión de mi cuerpo y mi pecho retumbó.
Ella rió sin embargo, casi me atraganté de lo grueso que era el constipado, pero al menos la hice sonreír.
—Tremendo catarro -se ríe mientras se sostiene el estomago.
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Cliche not cliche
RomanceTy nunca fue el chico estudioso, ni mucho menos el popular. Y no es porque no lo intentara. Tampoco fue un ejemplo a seguir para sus primos pequeños, ni mucho menos para los grandes. Esto sí que no lo intentó. Pero la verdad es que el chico no siemp...