Era la misma ____, pero todo había cambiado. Cuando abrí el ropero, reí al ver el repertorio de prendas cómodas, pero horteras, colgadas en sus perchas. Busqué hasta que di con un top palabra de honor verde botella y unos pantalones tejanos de corte pirata. Busqué una camiseta ancha de cuello asimétrico, morada, y me la puse. Dejaba un hombro al descubierto y se veía parte del top que llevaba debajo. El conjunto en general me hacía sentir sexy. Pensé en mi amante nocturno y sonreí de nuevo. Recogí mi cabello en un moño improvisado y me maquille. Abrí mi pequeño joyero y cogí unos aros de plata, una gargantilla y varias pulseras, todo del mismo material. Me puse unas sandalias cómodas y tras tomar un corto desayuno, y coger mi bolso, salí del apartamento.
Sonreí para mis adentros al observar cómo me miraban algunos vecinos que hasta entonces no habían reparado en mí. Pensé lo que diría Ale si me viese. Mientras estaba en el bus, leyendo un libro, recibí una llamada suya.- ¿Qué haces? - Me preguntó.
- Voy al trabajo. ¿Qué más podría hacer?
- ¿A qué hora sales hoy?
- Pues sobre las cinco. ¿Por qué?
- Me pasaré a buscarte y merendaremos juntas. Quiero hablar de algo contigo.
- ¿No me puedes adelantar algo por teléfono? Odio que me dejen con la intriga.
- ¡No! - Rió y cortó la comunicación.
Miré el teléfono, con desesperación, y sonreí. A veces tenía una forma de ser que me exasperaba, pero la quería. Formaba parte de su encanto. La mañana se desarrolló como cualquier otra, pero se me hizo corta. Al salir me encontré con el coche de Ale. Caminé hasta él y entré en el lugar del acompañante. Llevaba unas gafas de sol y me miró fijamente. Se levantó los lentes y me observó de arriba abajo, con la boca abierta.
- ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi ____?
- ¿Con tu ____? - Reí a carcajadas -. No sabía que fuese una de tus posesiones.
- Eres mi más preciada posesión. -Sonrió -. ¿Tu cambio de look no tendrá que ver con ese hombre que conociste ayer?
Al escuchar sus palabras me ruboricé. Por un momento pensé que se refería a mi amante nocturno, pero después caí en la cuenta de que se refería a Carlos.
- Es guapo, pero no creo que sea de mi estilo.
- ¿Por qué?
- No sé. Creo que le gusta otro tipo de mujer. Mas mundana, quizás.
- Pues te equivocas. Le causaste muy buena impresión. Me lo ha dicho Michael.
- ¿Han estado hablando sobre mí? - Pregunté, sorprendida.
- Sí. Tenemos un alma cotilla. Qué le vamos a hacer. Por cierto, ¿te gustaría Volver a verle?
- Quizás.
- Pues espero que con ese quizás quieras decir que sí, porque hemos quedado con Michael y Carlos.
Al escucharle decir aquello no pude evitar ruborizarme. Ale sonrió y arrancó el motor.
- Mañana es viernes. ¿Tienes planes? - Me preguntó.
- No sé. Puede... - Dije pensando en mi amante nocturno.
- Pues posponlos o cancélalos. Michael quiere que vayamos a pasar el fin de semana a su casa de la playa y quiere que Carlos y tú nos acompañen.
"¿Una casa en la playa?", pensé, y el recuerdo de aquel sueño erótico que tuve con Carlos hizo que mi corazón comenzase a dar saltitos de alegría.
- Hace mucho que no sales con nadie. ¿Qué te parece él?
- Un hombre complicado y que desaparecerá una vez te cases con Michael.
- Es verdad... - Admitió -. Pero el tiempo que permanezca en la ciudad deberías divertirte al menos. Te podría servir de terapia para olvidarte de Ryan de una buena vez.
- No quiero utilizarle.
- Utilícense mutuamente. Podría ser divertido. Además, es muy sexy ¿verdad?
- Sí. - Dije pensando en voz alta. En menos de lo que esperaba, Ale detuvo el coche y caminamos hasta la cafetería. Michael, al vernos, salió de la misma y nos vino al encuentro.
- ¡Ale! Han llamado del hotel. Ha surgido un pequeño inconveniente con uno de los platos del menú.
- ¿Qué? No puedo creerlo... - Le contestó, molesta. Me eché a un lado y les miré atentamente.
- Dejemos esto para otro día. -Intervine -. Me voy a casa. Ya quedaremos cuando...
- No, no, ____. - Me detuvo Michael -. Carlos está ahí dentro. ¿No te importaría quedarte con él en tanto volvemos?
- Un momento... ¿Qué es esto? ¿Una encerrona romántica? - Pregunté y los estudié con detenimiento -. No me, engañéis o me iré ahora mismo.
Michael bufó y miró a Ale, la cual comenzó a reír.
- O sea, que todo es mentira. - Dije y suspiré -. ¿De quién ha sido la idea?
- En realidad, mía. - Confesó Michael -. Tú le gustas. Sólo quiero darle la oportunidad de conocerte mejor.
- Vamos, ____, a ti te gusta también. - Aclaró Ale -. ¿Qué problema tienes?
- En realidad ninguno. Bueno, como quieran. Le daré una oportunidad. ¿Piensan volver?
- No. Nosotros tenemos nuestros propios planes. - Dijo Michael.
Ambos se cogieron de la mano y tras despedirse de mí, subieron al coche de Ale. Inspiré profundamente, intentando calmar mis nervios, y entré en la cafetería. Ahí estaba él. Tan guapo como, el día anterior. Estaba entretenido mirando algunas cosas en su teléfono móvil y no me vio llegar. Me paré frente a él y le contemplé, a hurtadillas. Cuando se percató de mi presencia, segundos después, me miró y sus enormes y hermosos ojos marrón mostraron sorpresa.Parecía feliz