Abro la puerta y veo una habitación como toda la casa, rudimentaria y sencilla. Una cama, una mesa vacía y su silla son todo lo que hay. Decido probar la cama, es bastante cómoda y me recuesto en la cabecera. Sostengo el libro y lo abro por la primera página, todo esta escrito con la caligrafía carácteristica de mi padre. Cuando me dispongo a leer se oyen dos golpes en la puerta y entra Elliot.
-¿Quieres venir a dar una vuelta por el pueblo? Mi padre dice que te enseñe donde esta cada cosa.-dice con cara de enfado, se nota que le apetece mucho- Vamos, ¿te vas a quedar ahí sentado?
Al comprender que me he quedado sentado demasiado tiempo me levanto, me había quedado embobado mirando sus preciosos ojos. Salimos de la casa y comenzamos a andar hacia el centro del pueblo, el calor es sofocante y decido ponerme la chaqueta a la cintura.
Cuando llegamos a la plaza del centro del pueblo suenan unas trompetas por todo el lugar, la gente se aparta del centro de la calle y algunos de meten en sus casas o cierran ventanas. Dirijo una mirada inquisitiva a Elliot, que suspira y me agarra el brazo arrastrándome hasta la esquina de una calle. En ese preciso instante el suelo comienza a temblar y aparecen unos hombres a deltes. Los miro detenidamente y veo que no son hombres, son bestias parecidas a los leones mezclados con humano con un cuerno en la frente y largas melenas; son muy raros pero no parecen ser muy agradables. Ya en el centro de la plaza uno de ellos ruge
-Venimos a recaudar los impuestos del mes- todos los aldeanos forman una fila llevando bolsas o animales- ¡Rapido!
En ese momento Elliot me hace una señal para que la siga, no se que esta pasando pero intuyo que algo malo. Corremos por algunas calles apartadas y llegamos a un edificio, entramos por la ventana. Todas mis dudas se aclaran cuando veo donde estamos, es la herrería con su yunque, las piezas de metal, herraduras... Cuando comprendo la situación veo que es tarde, los Dominions se están llevando a Parchut por no tener dinero para pagar los impuestos. La sangre me hierve y no sólo a mi, ahora que llego pasa algo malo... Sujeto a Elliot para que no vaya a por ellos, estamos en desventaja.
-Vamos a por Zarpas, por lo menos tendremos más probabilidades.- me mata con la mirada, pero asiente.
Corro hacia la casa, cuando llego estoy cansado y sudandando. Entro a toda velocidad abro la mochila que yace sobre la cama, meto el diario. No sera tan dificil montar un delte, o eso espero. Maldiciendo el calor corro hasta el establo y suelto la carreta. Miro fijamente a un delte, lo cojo por las riendas y este docilmente deja que lo lleve a fuera. Cojo impulso y apoyandome en un estribo subo, no es tan dificil como pensaba.
-¡Arre!- grito energicamente.
Nada, no se mueve decido agitar las riendas, tampoco. Cuando estoy a punto de desistir a parece Elliot por la puerta de la casa, con una ballesta a la espalda y varias cosas más . Me dedica una sonrisa burlona cuando llega a mi lado.
-¿No has montado nunca?
-No en un delte, solo en un caballo.
-¿Cual es el problema? ya te has subido.
-¿Como se arranca?
-¿Qué dices, arrancar?
-Como hago que se mueva, frene... esas cosas- Supongo que aqui no habrá coches.
-Tienes que decir jergad y para frenar falles-dice como si fuera lo mas normal del mundo, del suyo, el mio no-¿Qué tratas de hacer?
-Esta claro voy a salvar a tu padre.
-Necesitaras ayuda.- dice sonriendo- Les seguiremos, y cuando estan en el portal les capturamos.
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La puerta de los mundos
FantasyOliver sabe que algo prohibido equivale a.... aventuras