Es tarde y sabe que cuando entre le echarán la bronca.
-¿Sabes qué hora es? –pregunta su padre enfadado. –¡son las 24h! Llevas fuera desde las 16h, ¿que se supone que has estado haciendo durante todo este tiempo?
-Lo…siento. No me di cuenta de la hora que era. Me…encontré con una amiga y estuvimos hablando y tal...Se me pasó la hora.
-Se te paso la hora…claro… ¡Pues a mí también se me va a pasar dejarte salir la próxima vez! ¡Y no has cogido ni el móvil! ¿Para que lo quieres si lo llevas apagado?
-¿Apagado? Se me debió quedar sin batería…lo siento.
- Más lo vas a sentir cuando no vuelvas a salir en una temporada.
- Déjala Damián –dice su madre –ya ha aprendido la lección. Vete a la cocina comer algo anda. Y calienta la comida en el microondas que hace rato que está fría ya.
-De acuerdo mamá.
Cuando Katherine se va Damián pregunta a su esposa el por qué de dejarla ir cuando él estaba haciendo lo que ella le pide que haga muchas veces, que haga algo cuando se trata de castigar a su hija.
- ¿No las has visto acaso estos días? La niña no está bien Damián, hay algo que la preocupa, lleva ya unos días sin salir de casa y el instituto ya terminó. Algo le pasa, y para una vez que se divierte déjala. Lo necesita.
- Tienes razón, pero la niña también necesita unas normas.
-A veces te olvidas de que ya no es tan niña. Además déjala por esta vez.
-De acuerdo. –dice él no muy convencido.
Sandra lo besa y entra en la cocina con Katherine.
- ¿Como está la cena tesoro?
- Esta rica –dice ella haciendo un esfuerzo para comer, su estómago estaba cerrado desde el instante en el que lo había visto –oye mama…lo siento.
- No importa, pero a la próxima avisa ¿de acuerdo?
- Está bien.
- Me voy a la sala, termina de cenar ¿sí? Y recuerda que me prometiste que empezarías a comer más. –dice su madre ante las pocas ganas que pone Katherine a su plato de tortilla.
- No te preocupes que lo terminaré.
Su madre le sonríe y sale de la habitación. Al instante Katherine se levante y coge un vaso de agua que se le había olvidado. No tenía nada de hambre pero sin embargo su estómago rugía, por lo que haciendo acopio de sus fuerzas come todo lo que había en el plato. Cuando termina lo recoge todo y se va a su habitación. Se viste su pijama rosa y blanco con cerditos dibujados, pune música y se mete en la cama. Mientras la canción de Una vez mas de Lagarto Amarillo inundaba la habitación Katherine regresa unas horas atrás.
Iban a ser las 22h. Había estado caminando hasta que sus pies no pudieron andar más. Se dirige hacía el metro y entra. Cuando se dispone a esperar el tren una pareja baja las escaleras cogidos de la mano. Es él, Gonzalo. A su lado está Carla, sonriendo. Ninguno de los dos se da cuenta de su presencia. A Katherine le gustaría gritar y echarse a llorar pero, en su lugar, se va sin que nadie se dé cuenta. No podría soportar un minuto más cerca de ellos.
Katherine comenzó a andar sin rumbo fijo, no había nada que la impulsara a ir hacia delante y sin embargo iba. Andaba entre la gente con la mirada posada en sus pies y las manos en los bolsillos, no había ni rastro de vida en su cuerpo, se movía aún no sabía bien cómo pero suponía que era por la necesidad de escapar de él. Continúa caminando hasta llegar al parque Guinardó y fue entonces, al recordad que fue allí donde transcurrió aquella tarde cuando todo cobró sentido.
“Una semana antes más o menos. Aquel día en el que la pesadilla de Katherine comenzó.
Katherine continúa en el suelo. Su vista sigue clavada en su espalda, cuando él desaparece aún continua mirando, para ninguna parte en realidad, pero mira, mira esperando que él vuelva, pero no lo hace, ni lo hará. Al cabo de unos minutos se da cuenta y las lágrimas que corrían vergonzosas por sus mejillas se convierten en un torrente imposible de parar. Se tumba sobre la hierba y ahí se queda durante e resto de la tarde, intentando tranquilizarse.”
Sigue caminando sin darse cuenta y es solo cuando llega al lugar en el que había estado aquella tarde cuando se detiene. Se pone los cascos y la música empieza a sonar en sus oídos, se había olvidado de quitarla. Se tumba sobre la hierba, boca arriba, y contempla el cielo, anhelante de unas alas que le permitieran irse de allí. Pero eso tampoco ocurre, no tiene alas, no puede irse y en su lugar cierra los ojos y su mente se llena de música. “una vez cometido el error de decir la verdad yo no tengo ya nada que hacer, de encontrarte a quererte sin más no sé bien que pasó y ahora tengo que verte marchar y hoy el cielo no tiene azul que mirar y las nubes tienen tanto que llorar, que hoy al ver que tú te vas siento el miedo de querer de querer tenerte cerca y que no estés…”
Cuando abrió los ojos se encontró sola en el parque. La noche ya ocupaba Barcelona y el frío esa noche se estaba haciendo notar, se había quedado dormida. Miro el móvil y comprobó que sus padres la habían llamado unas 20 veces al igual que sus amigos. Por un momento se planteó desaparecer, era el momento perfecto para irse. Huir de allí, coger un taxi, un barco, un avión, el transporte y el destino no importaban lo más mínimo, lo esencial era irse. Pero no podía hacerle eso a sus padres y amigos por lo que aún soñolienta se dirige a casa.
Se empieza a dormir por lo que para la música se conecta una vez más al WhatsApp. Se entretiene una hora hablando con sus amigos pero el sueño por momentos es mayor por lo que se despide y apaga el móvil.
ESTÁS LEYENDO
Volver a empezar
RomanceA veces cuando un amor termina sientes que te hundes en un pozo de fría y oscura soledad. Sientes que todo tu mundo construido hasta entonces se desmorona sin tener tiempo a salvar nada de él. Y un vacío se apodera de tu corazón, a partir de entonce...