Son las 3. Una noche más Katherine mira su reloj, lleva intentando dormir desde las 12, y nada, otra noche más en la que no deja de pensar en él. Está harta. Se levanta y va a hurtadillas hacía el baño, se lava la cara y bebe un poco; luego va hacía la ventana y la abre. Se asoma por ella y contempla el cielo, le encanta hacerlo. La noche está despejada, cientos de estrellas la iluminan pero no hay luna, no esa noche. Parece que se habían puesto de acuerdo, aunque el cielo brille con las estrellas le falta su foco principal, lo más importante, quizás por eso Katherine se identifica con la noche. Pero sus ojos no buscan la luna, no, buscan una pequeña estrella, más que estrella un planeta que brilla con todas sus fuerzas intentando sobresalir sobre las demás y demostrando, que aunque sea diferente está orgullosa de eso. Adora ese planeta, y aunque sabe que lo es, no tiene ni idea de cuál. ¿Tal vez Marte? ¿Venus? Quién sabe. No importa, a ella no le interesa, solo quiere contemplarlo. Cierra los ojos e inspira fuerte, luego los abre y vuelve a mirar su planeta mientras una lágrima se desliza por su rostro. No debería estar allí, es tarde, si su madre la descubre se la cargaría, por lo que decide volver a la cama e intentar dormir. Esta vez no resulta tan difícil, en unos minutos el cansancio la vence, pero a veces sus sueños no la ayudan a descansar.
Es la 1. Su madre la despierta.
- Vamos dormilona. ¡madre mía! No sé cómo eres capaz de dormir tantas horas seguidas.
- Yo tampoco –dice desperezándose Katherine –pero todavía estoy cansada.
- Si pudieras pasarías durmiendo el día entero. ¡venga! Vamos a comer pronto.
- Ok. Voy ahora.
La verdad es que todavía está cansada. Pero no importa, se levanta y se viste. En media hora está comiendo.
- Estos días estás comiendo muy poco cariño. ¿te ocurre algo? –pregunta su madre preocupada.
- No mama, es solo que me acabo de despertar hace poco.
- Pero no es solo por las mañanas, casi no cenas tampoco.
- Es que no tengo hambre, pero te prometo que hoy voy a comer más ¿Si? Pero después, ahora no tengo más hambre.
- Está bien, pero come una fruta anda.
- Vale. –dice levantándose de la mesa y cogiendo una manzana.
Katherine se va directa a su habitación, se echa en la cama y enciende la televisión. No tiene ganas de la manzana pero su madre tiene razón, debe comer, haciendo un esfuerzo la muerde y se da cuenta de que todavía tiene hambre por lo que no tarda en terminarla. Cuando la hace atiendo por primera vez a la televisión que hasta ese momento sonaba sin un oído que la escuchase, y lo ve. Es tan solo un anuncio de la nueve película que arrasa en los cines. Tengo Ganas de Ti, que le produce una no, sino cien puñaladas en el pecho. Poco días antes de cortar Gonzalo la había llevado a ver esa película y despues de una tarde maravillosa se había despedido con un. "Tengo galas de ti, ahora y siempre."
Todo era muy reciente por lo que no pudo evitar ponerse a llorar. Todo era demasiado complicado aún, demasiado reciente, demasiado doloroso, demasiado de todo. Una hora después Katherine se levanta harta ya de llorar y comparecerse de sí misma y se acerca a su portátil, lo enciende y abre un archivo de Word que no tenía nombre.
Me encuentro una vez más encerrada en mi habitación, supongo que ya es algo común en mí. Sin ganas de hacer nada, sin sentir más que un agudo dolor en el pecho que rara vez desaparece y que me impide respirar bien. Si, respirar se ha vuelto difícil desde que él no está conmigo, incluso doloroso, pero lo sigo haciendo, no me rindo fácilmente y sé, estoy segura de que esto no me durara mucho, después de todo solo es un hombre más, encontraré a otro, o no, mejor, simplemente lo olvidare con el tiempo, si…con el tiempo lo olvidaré. No creo que resulte tan complicado, aunque por ahora... Dios me siento estúpida, dije que seguiría los consejos que doy y lo haré. Punto.
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Volver a empezar
RomanceA veces cuando un amor termina sientes que te hundes en un pozo de fría y oscura soledad. Sientes que todo tu mundo construido hasta entonces se desmorona sin tener tiempo a salvar nada de él. Y un vacío se apodera de tu corazón, a partir de entonce...