Nathan

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-Te dijimos que te alejes de él- exclamban ellas, golpeandome hasta ya no poder.
Yo sólo podía esperar a que terminaran de hacerme sufrir, riendose de mi, haciendo que con cada golpa sus ropas y sus manos se tiñeran de rojo... de mi sangre.
Me encontraba indefensa, no podía ver nada, ni escuchar nada, ya no sentía nada.

En ese momento me desperte de golpe en mi habitacion completamente agitada y llorando.
-¿Por qué siempre sueño lo mismo?- dije inconcientemente al ser esta mi rutina diaria. Empece a respirar poco a poco para calmarme.

Ese sueño... era un recuerdo que nunca se va, un sueño de aquellos días en que toda mi realidad era dolorosa...
Me levante de la cama y fui al baño. Pensar demasiado en ello nunca ayuda.
Al verme al espejo estaba demasiado pálida y con los ojos rojos de tanto llorar, en otras palabras me veía horrible. Me di una ducha caliente, me vestí con un par de pantalones y una camiseta sencilla limpios y salí de ahí. Me fui sin desayunar, como de costumbre, al instituto.

En mi instituto yo era la chica rara que solo tenía una amiga, quien a diferencia de mi era muy popular Ella es Kayla, es una chica alta y bonita, con sus ojos azules y su rizada cabellera castaña, una linda combinación.
A su lado no me siento incómoda , a pesar de ser lo opuesto a ella tanto al tratar de relacionarme con otros como en apariencia, en lugar de sus bellos rizos, los míos eran desaliñados y más oscuros y unos ojos negros como la noche.
Solo teníamos la altura en común.

-¡Liah!¡Liah!- escuche mi nombre a lo lejos lo cual interrumpió mis pensamientos.
Es Kayla que al verme grito y todos voltearon a verla ignorandome a mi, como de costumbre.
Cuando Kayla me alcanzo me abrazo por sorpresa, venía muy feliz, eso es seguro.
-¡Te tengo una noticia enorme!- decía emocianada, me pregunto que trae ahora.
-¿Qué paso? Cuentame - respondí al tiempo que trataba de calmarla, antes de que se pusiera a gritat atrayendo más atención.
-Mi hermano vuelve en una semana- dijo ya un poco más tranquila, por suerte -Lo he extrañado tanto, ya van años que no lo veo- esta tan feliz que parece que se va a poner a llorar de la emoción.
-¡Estoy feliz por ti!- digo emocionada al igual que ella, aunque no conozco a su hermano me alegra que ella sea feliz.
Nuestra platica fue interrumpida por la campana y nos tuvimos que despedir para ir a clase, las cuales nos tocaban por separado.

Entre a mi salón y fui a mi asiento al fondo para no llamar la atención y esperar a que llegue el maestro. Al no llegar el maestro me pongo a pensar en mi charla con Kayla sobre su hermano y recuerdo la última vez que vi a mi madre cuando era una niña y le dije que quería una hermanita. Era una pequeña tan inocente en aquel entonces. o mejor dicho, era ignorante y realmente feliz.

Momentos después entro el maestro y un chico que no conocia venia tras el, en cuanto lo vi sentí algo extraño, no podía dejar de mirarlo. Pero quién es él.
El maestro comenzo a decir algo sobre el chico pero yo no escuchaba nada, solo lo veía, entonces él volteo y me vio, apartarte la mirada, fue entonces cuando el maestro le dijo que se presentara.

-Bueno yo soy Nathan y espero llegar a conocerlos muy bien- hablo con una voz clara y fuerte que mostraba seguridad de si mismo. Apenas lo oí pense que era diferente de mi, lo voltee a ver otra ves y él me estaba viendo antes de voltear a ver a los demás compañeros.

Como puede ser que me den escalofríos , si nisiquiera lo conozco, sera porque es atractivo o porque no debo acercarme a él.
Perdida en mis pensamientos no me percate de que el unico asiento libre era a mi lado; no fue hasta que Nathan me hablo que me di cuenta.
-Hey, hola soy Nathan- me gire hacia él en ese momento, no esperaba que se sentará aquí.
-Hola, soy Liah- hable un poco nerviosa al notar que alguien me trataba como a cualquier otra persona.
Nathan me vio y sonrio. Su sonrisa es linda, lo admito pero no seguire por ese camino.

Durante toda la clase solo tenia ojos para Nathan. El tenía algo que me resultaba familiar. Nathan es delgado pero no flacucho, con el cabello oscuro y rizado, ni tan largo ni tan corto y unos ojos verdosos. No se veía nada mal.

No, detente. Se supone que no debo pensar en eso, no quiero volver a sufrir, ya no quiero amar.

Mi pasado, Yo y Él...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora