Capítulo 9: Soldados de repetición.

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¿De dónde vienen las guerras y los conflictos entre vosotros? ¿No vienen de vuestras pasiones que combaten en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis, por eso cometéis homicidio. Sois envidiosos y no podéis obtener, por eso combatís y hacéis guerra. (Santiago, 4:1)

TERCERA PARTE: SHAME.

(THEN)

Two packs of cigarettes a day / The strongest whiskey Kentucky can make / That's a recipe / To put a vagabond on his hands and knees / I watched it all up close / I knew him more than most / I saw a side of him he never showed / Full of sympathy for a world that wouldn't let him be.

No se acordaba. De que a Sam le encantaban esas pelis. No se acordaba hasta ahora que lo ve mirando fijamente la televisión. Encerrado en una habitación que huele a palomitas y sábanas sucias, escondido de los federales hasta que pase la tormenta y a Henriksen se le enfríen las huellas de sus botas. La película le suena y cuando se da cuenta de por qué se siente cómo si le aspiraran el aire de los pulmones, recuerda algo que tenía profundamente enterrado. Un recuerdo tan nítido que es casi violento. Su padre y su hermano, viendo esa misma película, hace unos mil trescientos años, antes de Stanford, el fuego y todo lo que los ha hecho cambiar.

Dean llegaba a casa para la cena pensando en lavarse las manos antes de nada porque le olían los dedos a Lisa Braeden y John le permitía algunas cosas pero no le permitía cualquiera. No le habría permitido sentarse a la mesa oliendo a sudor cómo un caballo de carreras, con perfume de vainilla por todas partes y ese otro olor que ni se embotella ni se vende.

Olía al asiento trasero del Impala y si mal no recuerda, a John le gustaba Lisa. En realidad no tenía ninguna intención de presentársela pero ocurrió sin más. La llevaba a algún lugar en coche y John había vuelto a casa antes de lo previsto. Pasaban el verano en Kansas y ella dijo "Encantada" y fue mucho más suave con John de lo que había sido con Dean nunca (Era una de las cosas que más le gustaba de ella, le miraba y decía "No te lo crees ni tú, Winchester" con esa inclinación de cabeza). En realidad a Dean le fastidiaba un poco, cómo se volvió caramelo nada más encontrarse con el mayor de los Winchester. Le sorprendió, en realidad, lo mismo que le sorprendía ver a su padre con cualquier mujer. John no hacía nada por agradarlas, solo se ablandaba un poco e inclinaba la cabeza como si llevara sombrero. Pero ellas veían algo en él. Puede que el anillo de compromiso, esa puta aura de tristeza que llevaba a cuestas cómo a un pasajero sin billete de vuelta, algo. Y se rendían. John dijo "Cuida del chico. Hace falta alguien que le enderece, no hay duda alguna". A ella le fascinó, se le notó enseguida. En realidad, John estaba mirando a Dean y estaba advirtiendo, realmente, a Dean. Su mirada le decía "Tú estás de paso pero ella no lo sabe, así que asegúrate de no dejar ningún desastre atrás cuando cojamos esa carretera, hijo".

Lisa Braeden tenía siempre la piel muy suave, cómo el algodón, sabía a menudo a chicle de fresa y Dean está bastante seguro de que sobrevivió perfectamente cuando los tres Winchester abandonaron Kansas rumbo Wendigo y Tenesse. Dean siempre ha tenido buen gusto para eso y las ha buscado, sobretodo, supervivientes. Siguió un poco a John con la mirada y cuando desapareció por la puerta de esa casa dijo "Vaya, es muy guapo, tu padre" y luego, mirando a Dean, todo sonrisa y pecas fabulosas añadió, "Así que es de ahí de dónde sacas los genes, ¿Eh, Winchester?". Dean la besó sin contestar, la verdad es que nunca se quejaba por mudarse pero la echó de menos durante tres o cuatro estados, aquel verano. Besaba cómo veneno, compitiendo con esa manera suya de ser dulce y amable con todo el mundo. Tenía esa manera de pronunciar su apellido que hacía que se subiera al techo en 0'1 segundos. Dean a veces la recuerda cuando huele chicle de fresa.

Dean tenía miedo de llegar a casa esa noche, lo recuerda nítidamente, tenía miedo de llegar y encontrarse la pelea en el tercer asalto, con el idiota de su hermano y el muro de contención de su padre lanzándose pullas y gritos cómo cuchillos afilados. Dean empezó a tener miedo cuando Sam cumplió los doce años y comenzó a llenarse de rencor y odio. No paró hasta que cogió un autobús rumbo a California y en lugar de bajarse a toda prisa y decir "Dean, lo siento mucho hermano" pasó cuatro años sin coger el puto teléfono, el malcriado de los cojones. "Puto crío caprichoso, coño y lo peor es que no puedo culpar a nadie salvo a mí mismo porque yo lo malcrié", pensó Dean. Siempre quiso que Sam fuera fuerte y tuviera sus propias ideas. Pero Dean siempre se sorprende de que saliera más fuerte que él y lleno de todas esas putas opiniones, joder.

Airdsgainne (Supernatural).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora