H.
28 de Octubre de 2015
18:34
No sé qué hago caminando solo hacía ningún sitio, simplemente lo estoy haciendo. Necesitaba un poco de aire y he salido.
La gira se ha acabado y he decidido venir a pasar unos días a Londres.Mientras ando voy pensando en los lugares que podría visitar, finalmente decido ir a visitar el Big Ben. Realmente adoro esa zona.
Cuando llego, me quedo unos minutos asombrando la belleza del monumento. "Ha merecido la pena venir hasta aquí" – pienso.
El paseo hasta esta zona me ha cansado por lo que decido volver al hotel.
Me giro, y acto seguido noto que me golpeo con alguien. Miro a ese alguien y veo a un chico con la cara llena de lágrimas, parece realmente preocupado.–Oh, sorry. Are you ok?- es la única tontería que se me ocurre en el momento.
-No problem- me dice, con un acento bastante adorable. He oído ese acento antes. Acento español, mi favorito.
Me gustaría hablar con él, quiero ayudarle, pero para cuando vuelvo la vista, ya no está.
Esa escena se me quedaba grabada durante el resto del día. ¿Por qué estaba tan disgustado? Parecía tan frágil... Sus ojos castaños se tornaban verdes por el centro y se veían muy brillantes debido a su llorera.
Tenía una cara muy fina y unos rasgos muy marcados. Además, todo su pelo se concertaba en su cara, estaba bastante despeinado, pero con el viento que hacía, nada fuera de lo normal.
Hasta su pelo me parecía diferente. La mayor parte lo tenía de un marrón ni demasiado claro ni demasiado oscuro, y por la parte superior se aclaraba para convertirse en un rubio oscuro. Parecía muy cuidado.
Cuando llego a la hamburguesería a la que me dirigía, lo veo ahí, sentado, para después levantarse e irse. Me quedo helado, es imposible.
Salgo de ahí y cambio mi rumbo hacia una heladería, mi favorita en toda la ciudad.
En cuanto llego, pido mi helado favorito, Honeycomb y ahí lo veo, otra vez.
Tiene la mirada perdida y un helado se derrite delante suyo. Pero no puede ser, me estoy volviendo loco, es imposible que esté en cada sitio al que voy. Debo de estar imaginándomelo.
Lo mejor será que vuelva al hotel. Sí, es lo que haré.
A medida que subo la escalera de la fachada, pienso en lo raro que está siendo todo desde que salí a pasear.
Cuando ya diviso la puerta de mi suite no puedo creer lo que veo. Sé de sobra que habla español así que lo hago lo mejor que puedo y pregunto:
– ¿Eres tú?