>>Último<<

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Es sorprendente como una persona puede cambiar la vida de otro en cuestión de segundos. Como dice Ed Sheeran, con un toque de mano.

Eso fue lo que paso con Michael. El llegó a mi vida haciendo que todo fuera mejor y fue restaurando todo pero al parecer fue momentáneo porque cuando se fue me arrebato todo. Se llevó mi corazón con él a la tumba.

 El día de su entierro me pidieron dar un discurso el cual no acepte, ya era suficiente estar de negro sentada viendo a su madre derrumbarse al ver el primer pedazo de tierra que aventaron a su tumba.

También me derrumbé. Luke y Harry me sostuvieron, Sam estuvo allí. No miró a Harry ni a Luke, ella venía a consolarme pero nada podía consolarme ya que mi deseo estaba muerto y no había nada en este mundo, que me hiciera reparar ese vacío que sentía en el corazón. Al término del entierro, Sam me llevó a mi pequeño departamento y estuvo conmigo durante tres meses, me ayudó con la renta esos meses. Aunque yo le decía que no lo hiciera, ella la pagaba. Ya no trabajaba, me la pasaba todo el día llorando en mi cuarto o viendo mensajes anteriores y tocando el anillo.

Pasó un año.

Ya tenía trabajo y Sam vivía conmigo, pero aún me sentía vacía. Todas las noches llamaba a su número sólo para escuchar su voz.

Hola soy Mike y amm no sé que más decir, pues sólo deja tu sucio mensaje y haber si me da ganas de contestarte.

Reía al escuchar eso. Era el único momento en el que era feliz, Samantha no decía nada, sólo se limitaba a verme y en algunas ocasiones, intentaba hacerme plática pero no funcionaba, no tenia ganas de hablar con nadie.

Quería a Michael de vuelta, a mi deseo.

Dos años.

El día en que fueron dos años, Samantha me sacó de la ahora casa y me llevo al restaurante en el que lo vi por primera vez. La mire y ella sólo dijo: "Es hora de que lo superes. Le pedí señor que te deje trabajar aquí durante este día. "

Y se fue.

Pensé en irme pero me quedé por alguna extraña razón, aparte, porque sabía que Michael así lo habría querido. Me puse el uniforme y me dieron la caja. Estuve un rato pero por alguna razón, tenía el presentimiento de que él iba a llegar, aunque eso obviamente no iba a suceder.

La campana sonó y apareció un chico rubio de ojos azules que se acercó, me hizo sentirme incómoda.

"Hola." Su acento se notaba que no era del lugar.

"¿Qué vas a pedir?" Pregunté y el me miró analizandome.

"Un Hot dog y que sonrías." No contesté, sólo anote lo que quería sin empezar a llorar por recordar que a él, mi Michael, le gustaba eso.

"Eso no se puede. No sonrió desde hace dos años." Musite y le entregué el cambio del billete que hace unos momentos me había dado. Él me hizo señas para que lo acompañara a la mesa, al inicio no quería ir pero al final acepte, qué más me quedaba.

"¿Cómo te llamas?" Preguntó el chico mientras tomaba de su refresco, lo miré un rato callada.

"Vanessa." Conteste y el me miró sonriendo. Sacando una pequeña sonrisa de mi parte.

"Muho gusto Vanessa mi nombre es Niall James Horan." Asentí y el arrugó su nariz y después me di cuenta que en esta mesa había empezado al hablar con Michel años atrás. "Tienes un nombre feo Vanessa." Sonreí de lado al recordar aquella conversación que tuve años atrás con un chico que me hizo sentir de la misma forma que Niall me estaba haciendo sentir.

Tal vez este era mi verdadero deseo, si una persona se va, otro viene a cumplir el deseo que la otra persona no pudo cumplir. Michael no pudo cumplirlo, pero el deseo ya está hecho y se tiene que cumplir. Quién sabe, tal vez Niall sea esa persona que lo cumpla.

Suspiré y negué con la cabeza volteando a ver al  cielo primero. "Gracias, Michael." Pensé y luego sonreí y voltee a ver al chico que tenía en frente, sonriendo.

"No tanto como el tuyo, James."

FIN.

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