Salgo por la estrecha puerta mientras empujo el carrito. Siento un sentimiento extraño, medio nostalgia, medio angustia. Cierro despacio la puerta, ya no hay vuelta atrás. Salgo a la calle, hoy todo es más frío a pesar de ser un día soleado y mas caluroso de lo normal, teniendo en cuenta que Madrid en primavera suele ser bastante frío y seco. Me sitúo en mitad de la acera, en blanco, sin un lugar al que ir, así que empiezo a andar junto al carrito por las calles. Muchos me miran con pena, otros, extrañados. Es bastante inusual ver a una niña de tan poca edad con un carrito de bebes cargado de bolsas. Me cruzo con muchas familias grandes, y las envidio. Como me gustaría tener una familia así. Completa, sin drogas de por medio y sin tener que pasar hambre. Sería tan... Perfecto.
Tras un par de horas andando, cansada, sin saber a donde dirigirme, y con Alicia moviéndose bruscamente en la sillita y gimiendo que quiere bajar de ahí, me acerco a un gran parque lleno de bancos, árboles, arbustos y flores preciosos junto a fuentes y baños. Me siento en un banco de madera oscura a descansar.
Saco un par de sándwiches y nos lo comemos acompañado de un zumo de piña con melocotón. Saco las fotos y me pongo a observarlas, con nostalgia. Entonces algo extraño ocurre, un hombre muy conocido pasea de la mano de una mujer un tanto estirada, pero muy guapa. Miro la foto de nuevo en la que estoy jugando en la playa con mi padre y entonces entiendo quién es ese hombre con barba negra y de mucha altura.
-¿Papá?
