Andrew y yo (no pienso llamarlo padre) nos dirigíamos a completar el entrenamiento diario. Era mi primer día, sorprendentemente no me sentía cansada tras pasar la noche en vela, ni si quiera tenía ojeras. Cruzamos una puerta doble negra que estaba en el sótano. Me encontraba en un gimnasio normal cubierto de espejos. Tenía varios sacos de boxeo y mil cosas más que nunca había visto.
-Muy bien, sitúate aquí. Mantén la calma. El principio va a ser complicado, ya que no sabemos cual es tu poder. -Se acercó a mí despacio- Más hacia aquí Cyn.
-Llamame Cynthia. No eres nadie para mí, por lo tanto no vengas con esas confianzas.- Se sorprendió un poco, pero lo que sé que realmente le dolió fue cuando iba a cojerme del brazo para aproximarme al saco de boxeo y me aparté bruscamente.
Empalideció un poco, pero se recompuso rápidamente y se alejó varios metros.
-Haz una especie de círculo entre las dos manos. Que haya unos diez centímetros de diferencia entre ambas palmas de las manos. Quiero que no pienses en nada, simplemente déjate llevar, expulsa lo que tengas dentro, grítalo si hace falta. Cuando sientas que algo se forma en tu interior, dirige las manos hacia la diana del fondo dejando escapar lo que sea que tengas dentro.-me explicó Andrew.
Lo intenté durante horas, pero nada. Me estaba agobiando y decidí dejar de intentarlo por hoy.- Esto es una mierda. De aquí no sale nada.- le dije con rabia. Me dirigí hacia la salida, pero antes le pregunté-¿Quién es?
-¿Quién es quién? -me interrogó
-La morena que te acompañaba ayer, cuando te vi.
-Es la subdirectora de los Intoxicados. Pronto sabrás toda la historia. Por cierto, Alicia no ha parado de llorar en toda la noche. Pregunta constantemente por tí. Van a hacerle unas pruebas para saber si finalmente es una Toxic.
-Después me pasaré a verla. Me voy a dar una vuelta.
-Está bien...-aceptó.- Pero no salgas de la casa de momento. Puede ser peligroso. Y más a la luz del día. Te reconocerán fácilmente. De hecho deberíamos hacerte un cambio de look. Eres muy guapa y llamativa. Debes pasar más inadvertida. Dentro de dos horas te veo aquí. Ve a comer algo y a reponer fuerzas.
Intenté recordar como se iba a la cocina. Pero tras muchas vueltas y después de no ver a nadie en toda la casa, abrí la puerta por la que ayer entré. "Puedo ir a dar una vuelta" pensé. "Quiero comprarle algún regalo a Alicia. Para que olvide un poco todo lo que le ha pasado."
Estaba saliendo de la verja grande cuando giré hacia la izquierda y vi un parque enorme. Antes de el parque había un paso de cebra muy transitado por los coches. Esperé a que pasaran todos y cuando no veía a nadie al rededor e iba a cruzar sentí una mano en mi hombro. No me atreví a darme la vuelta.
-No deberías estar aquí. Alguien podría hacerte daño. Como yo, por ejemplo.-habló una voz aspera de hombre por detrás de mí.
En menos de diez segundos me hayaba con la cara cubierta por un manto negro, y las manos atadas en la espalda. Grité y grité pero ni si quiera yo escuchaba mi propia voz. Me moví como nunca antes, pero solo conseguí que me golpearan fuertemente la cabeza, perdiendo la consciencia al momento.
