Son las 7:50 de la mañana de un lunes de Octubre y para variar, si no me doy prisa lo más seguro es que no me dejen entrar a la primera hora de clase, así que aligero el paso y intento caminar lo más rápido me permiten mis cortas y delgadas piernas esquivando a la gente que parece ir con prisas aligual que yo por las calles de Barcelona. Prendo mi cigarro dándome cuenta de que es el último que me queda. Mi conciencia me reprocha que si sigo fumando tanto, no podré ahorrar para comprarme ropa nueva... Este pensamiento me lleva a que el outfit que he elegido hoy es más simple que el cerebro de cualquier tío. Mirando a mis pies a la vez que camino, observo que mis airforce blancas empiezan a cobrar un color grisaceo del uso que tienen aunque he de reconocer que por muy sucias que esten, seguirán siendo mis bambas preferidas... Les tengo el mismo cariño que les tenía a los 75 euros que me costaron... Mis pitillo tejanos, me hacen una buena figura, la verdad es que creo que me sientan bien a pesar de que me gustaría que mis piernas fueran más largas ya que soy una chica bastante bajita, para que os hagáis una idea, del metro 60 no paso. Por último llevo una sudadera gris claro que me va bastante ancha, para mí las sudaderas es lo más cómodo que se puede llevar. Decidido, me declaro fan de las sudaderas. Paso la mano por mi pelo liso y castaño oscuro y lo echo para atrás para que no me moleste en la cara, seguidamente miro mi reloj casio y solo han pasado tres minutos, me quedan siete para llegar y cinco para terminarme el cigarro según mis poco fiables cálculos. Voy bien,esta vez sí que llego, pienso. Me paro en un paso de cebra ya que el semáforo está en rojo. No se que se me hacen mas eternos, si los semáforos cuando voy con prisa o las clases de mates... El humo del cigarro aparece en mi campo de visión y decido apartarlo por si a alguien le molesta aunque cada uno va sumido en sus asuntos... Ya está en verde y cruzo el jodido paso de cebra después de media vida de espera y giro la esquina de una panadería. Solo me queda subir calle arriba para llegar a la puerta del infierno. Cuando me doy cuenta, un chico rubio me pregunta algo y me hace tener que sacarme un auricular para poder escucharlo ya que pongo la música al volumen más alto posible y no oigo nada más que mis pensamientos. Me pide que si le puedo prestar un mechero, y aún sabiendo de que el tiempo se agota decido ofrecérselo por el simple hecho de que es guapo y me sonríe de forma dulce, sus amigos van tras el esperando a que se encendiera el cigarro, en un segundo me lo devuelve y me da las gracias. Para comprobar si estoy en lo cierto, mientras se van me giro de manera disimulada para contemplar su patio trasero y evidentemente nunca fallo, le parieron de puta madre. No penséis mal de mi, siempre está bien empezar un mierda de lunes con unas buenas vistas. Cuando me doy cuenta llego a la puerta y veo solo a un compañero que va a un curso más que yo y que también llega tarde. Tiro el cigarro y no pierdo más tiempo en mirarlo, a pesar de que en mi opinión es muy atractivo, no le presto mucho más interés, pero me doy cuenta de como se da prisa para subir escaleras arriba en silencio y detrás de mi para llegar a clase. Clase a la que finalmente consigo llegar. Benditos cálculos.