¡Joder! ¡Santos viernes! ¡Qué gusto! Son las 2:25 de la tarde y ya ha acabado la semana, las clases, los deberes y el madrugar. Hasta dentro de dos días, claro está. Dos días los cuales pasan como si el mundo de repente se planteara ponerse en cámara rápida. Eso sí, los lunes pasan más lentos que los buses de Barcelona en hora punta. No quiero pensar más. No ahora. Tengo planazo con amigos esta tarde. Me voy con Ivy, Lara, Miky y algunos más a tomar unas birras. Que no os suene mal, por favor, y si os suena despectivo es porque no lo habéis probado.
-Alex! -me grita Iván
Giro instantáneamente mi cuello dirigiendo mi mirada al rubio para después sonreirle.
-¿Te vienes?-pregunta el chico haciendo un corto gesto con su cabeza indicándome el camino hacia los demás que esperan también mi respuesta.
Me podéis considerar de pocas palabras, porque mis siguientes actos son sonreírle de nuevo y encaminarme hacia ellos. Cuando llego a la altura de Iván, este me coloca su brazo derecho por los hombros y me da un beso en la cabeza de forma cariñosa. Me limito a mirar hacia el suelo sonríendo de otra vez y coloco mi brazo por detrás de su espalda. Empezamos a caminar con los demás pero nosotros vamos un par de pasos atrasados. Todos hablan animados, hacen bromas entre ellos (las cuales en muchas me incluyen) y no paran de reír a carcajadas unos con otros. Observo que Ivy y Javi se han perdonado, como siempre. Son de esas parejas envidiables por lo tanto que se quieran pero cortan cada dos por tres (y siempre que lo hacen es la definitiva) por tonterías pero en dos días vuelven a ir de la mano. Me fijo en sus manos entrelazadas. La mano de Ivy es delicada, pequeña. El pulgar de Javi acaricia de forma repetitiva el dorsal de la mano de su novia. El se dirige a darle un beso, y me doy cuenta de como Ivy apreta la mano del chico y cambian de postura, entrelazando esta vez sus dedos. Ambos vuelven a llevar en sus muñecas una pulsera idéntica, les complementa desde el primer mes que hicieron de novios, diría, no estoy del todo segura.
-¿Qué piensas tanto, morena? -Me pregunta Iván con gracia-
Levanto mi mirada hacia sus ojos marrones y río para mentirle.
-Nada, ¿sabes a que bar vamos?
-Al de plaza Sarrià -Informa Iván
¿Le parece bien a la señorita?-A la señorita le parece perfecto. -digo yo, siguiéndole el juego.
Iván y yo nos complementamos genial, pero nuestra gran amistad nunca llegó a nada más que eso, una gran amistad. Tengo muchísima confianza con el. De hecho me atrevería a decir que sabe la gran mayoría de mi, y yo de él, por supuesto.
En pocos minutos llegamos al local.-¿Vamos dentro?
-Chicos mejor en la terraza no?-propone Marcos
-Sí que así podemos fumar-Añade Lara
Mierda. No se si llevo suficiente dinero para comprar tabaco. Me excuso del grupo diciendo que voy a la máquina y a duras penas, rebuscando en mi mochila encuentro 4, 50 euros en calderilla. He de ganar pasta sea como sea -pienso- giro mi cabeza hacia la derecha en busca de mis amigos para pedirle a alguno los 50 centimos que me quedan para poder comprar el vicio. Pero en ese momento, mi mundo se para durante un milisegundo. No puede ser, joder. Observo con cautela como se une más gente a nuestra mesa. Entre ellos va mi amigo el borde. ¿Desde cuándo me he de juntar con estos tres chavales? Lucas y sus dos amigos a los cuales uno de ellos le caigo estupendo, se están sentando con mis amigos-pienso con ironía- Bueno, algunos se conocen entre ellos, pero ahora como para volver a pedir mechero... Con todo el valor, la escasa seguridad que me queda, y dando pasos grandes, me paro a preguntarle a Iván si le importa prestarme lo que me falta para poder comprar el tabaco.