Parte 3.

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Los siguientes días, Eva pasó más en el hospital que en su cuarto tocando la guitarra. Ya no la veía, y cuando podía hacerlo, ella se ocultaba detrás de la cortina. No había visto a su madrastra en mucho tiempo y tampoco vi a su padre. Me fui una semana a la casa de mis abuelos, y cuando volví noté que algo había cambiado en el barrio. Sin saber qué, me dirigí a la casa de Eva y golpeé la puerta. No abrió nadie, así que supuse que seguía en el hospital.

Dos semanas después, seguía sin saber de Eva, y estaba preocupado. Busqué en internet sobre el cáncer; tratamientos, causas, duración de las internaciones, lo que fuere. Sentí el motor de un auto y corrí a la ventana. Aunque no se parecía al motor del auto de Carlos, era el mismo modelo. Bajó un señor de traje, que no era específicamente Carlos. Era mi única oportunidad de saber sobre Evalia, así que me acerqué a la puerta y golpeé de forma constante hasta que abrieron.

- Buenos días joven, ¿ha venido a ver la casa?

- ¿A ver la casa?

- Sí. Esta casa está a la venta.

- ¿A la venta? -¿Eva se mudó y no pensó decirme nada?

- Sí, a la venta.

- ¿Y qué pasó con la gente que vivía aquí?

- Ah, sí, Evita querida... ella murió. El cáncer fue detectado tarde, pero igualmente fue sorpresivo que se fuera tan rápido. ¿Usted la conoce? -¿Eva muerta? Debe de ser una broma. No es una broma. ¿Cómo Eva? Me sentí mal y caí en los escalones. El señor de traje me tomó por un brazo y me preguntó si estaba bien.

- Conocí a Eva... soy de la casa aquí al lado. Estoy bien, no necesito agua, tranquilo.

- Yo soy su tío. Eva era una chica preciosa. Era una chica con muchos valores, era muy buena. Pero el destino lo quiso así, y la mandó allá arriba para que esté bien, y con su madre. ¿Está seguro que no quiere agua?

- No, estoy bien. Gracias.

Volví a casa con el corazón en la mano. Me sentí muy mal por ella, y era lo único que rondaba en mi cabeza. Me dolía el pecho, el corazón, el alma. Eva no se merecía ni éste, ni cualquier otro final malo. La quería muchísimo, y ella también me quería.

Una parte de mi se desprendió cuando me enteré que estaba muerta. Nunca me había afectado tanto la muerte de alguien, pero la de Eva me destruyó completamente. Era alguien que me entendía, y yo la entendía a ella. Todo a través de algo tan lindo como la música. Me recosté en mi cama y lloré el resto de la tarde. No recuerdo más nada, solo sé que quedé dormido.

Dos semanas después, seguía mal por la muerte de Evalia. Ya no la veía, ni se escuchaba la guitarra a las tres de la madrugada. A veces me acostaba, miraba el techo y le hablaba. Muchas veces soñé con ella.

Llamaron al timbre de forma insistente, así que decidí ir yo a abrir la puerta. Me encontré con la media sonrisa y los ojos de Carlos Lorentino. Me abrazó, y yo le correspondí con más fuerza. Ninguno de los dos se animó a llorar.

- Señor Lorentino. Lamento mucho lo de Evalia.

- Yo también hijo, yo también. Quiero hacer esto rápido, y cumplirle a mi hija. Me pidió que te diera esto. Dijo que los escucharas cuando quisieras.

-Gracias señor. Aprecio demasiado que haya venido hasta aquí en medio del dolor.

- No estoy pasándola tan mal, ¿sabes? Me consuela el hecho de que va a poder estar con su mamá, como siempre quiso. Murió en el parto, nunca llegó a conocerla. Bueno muchacho, te dejo esto por aquí. Cuida mucho de ésto. No tengo idea de qué es, pero si es de mi hija, es algo valioso. Ten buena tarde.

- Buenas tardes, señor Lorentino.

- Llámame Carlos.

Gesticuló una media sonrisa y se fue a su auto. Cerré la puerta e inmediatamente subí con la caja. Eva dijo que los escuchara cuando quisiera, y eso quería hacer. Los cd's estaban ordenados con números, pero había uno apartado que decia "ESTE DEBES OIR PRIMERO". Puse el cd en la bandeja del computador, presioné play y me dejé llevar.

"Hola Daniel. Mira, esto es gracioso. Estoy en el hospital y una enfermera ha dicho que James Blunt es mejor que Robbie Williams. Dios, qué locura ¿te lo puedes creer? Bien, ya sé que a ti te gusta James,pero es que Williams es tan bueno. Mejor cambio de tema. Para cuando escuches esto, yo voy a estar muerta. Quiero ser rápida, no me gustan mucho estos temas... mira Daniel, te quiero, ¿sí? Te quiero.Eres un chico alucinante, y aunque no te conozco del todo, puedo volver a decirlo: eres alucinante. Gracias por estar ahí esperando a que saliera, todas las madrugadas. Gracias por tocar guitarra conmigo; por hacerme reír, reír, reír. Me ayudaste a llevar la tristeza de tener esta enfermedad, y no lo sabías. Te quiero. Pero bueno, no todo es tristeza. Ahora este cd se va a terminar, y tú debes escuchar el resto de los cd's, ¿si? Ah, y por cierto, perdón por lo de los cd's, pero he perdido los pendrives, y ya sabes, no estamos para compras. Gracias por todo Daniel, y perdona que estas palabras tontas sean las últimas que escuches de mi, pero si hay algo que no he aprendido, es a decir cosas interesantes o bonitas. Te adoro, y ojalá seas muy feliz."

Atónito,cambié los cd's uno por uno. Todos tenían las canciones que ella había tocado con la guitarra, y en algunas de fondo estaba yo ecompañando. Me emocioné muchísimo, y escuché los cd's varias veces.

- También te adoro, Eva. Ojalá seas muy feliz.


Cinco meses después de la muerte de Eva, todo seguía igual. Con el tiempo había sanado, pero aún así dolía que tuviera un final así. Mantuve el contacto con Carlos y hablábamos cada tanto. Él me contaba de Eva y su madre, y yo le comentaba lo feliz que era ella cuando tocaba la guitarra.

En cuanto a la casa de al lado, una familia se mudó. Era una pareja con muchos hijos, y esa casa era un ruido intenso todos los días. Nadie tocaba la guitarra. Ya mirar por la ventana era otra cosa, pues no estaba la figura de Eva,sino un montón de niños jugueteando. Sin embargo la guitarra sigue sonando todos los días a las tres de la madrugada, con canciones en homenaje a Eva. Y no eran melodías de Eva, sino que eran melodías mías.


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