– ¡Apúrate, perderemos el vuelo!
– Ya voy mamá, cálmate.
"Por Dios..."
Esa es mi madre, la gran Anna Johnson, una mujer hermosa, inteligente, divertida, amorosa y muy admirable para mí, aunque a veces también es algo loca y desesperante. Yo soy Maria Fernanda, tengo 17 años y vivo con mi madre en California, o bueno vivía. Estamos en plena mudanza a New York porque en su trabajo la transfirieron, de nuevo. Esto ya no es algo nuevo para mí, de hecho estoy acostumbrada a empacar las cosas, hacer largas colas en el aeropuerto, subir a aviones y despedirme de las personas que quiero. Ahora les contaré por qué.
Hace 10 años, desde que mis padres se divorciaron, papá se fue a su país natal y mi mamá tuvo que conseguir otro trabajo con una mejor paga, y lo hizo, consiguió un trabajo como manager de una empresa internacional pero tiene que viajar cada cierto tiempo para supervisar cómo van en cada sede que tienen. Y cómo aún no soy mayor de edad no puedo quedarme sola y estoy obligada a ir con ella, además que no quiere alejarse de mí, ni yo de ella. Es por eso que siempre estamos mudándonos. Hemos vivido en muchos lugares pero nunca por más de 2 años por lo que tampoco tenemos casa propia. Antes, cuando vivíamos con mi padre, sí teníamos pero tuvimos que venderla cuando mamá comenzó con su nuevo trabajo porque ya no estaríamos ahí, además en esos tiempos necesitábamos del dinero y no nos quedaba otra cosa más que vender la casa. Desde entonces hemos vivido en departamentos que paga la empresa y que por suerte son bonitos. Espero que este no sea la excepción. Obviamente también he estado en varias escuelas y he conocido a demasiadas personas, algunas no tan agradables como hubiera deseado, pero bueno, siempre hay personas así. Se podría decir que tengo muchos "amigos" pero en realidad solo considero a algunos como verdaderos amigos. Marco por ejemplo, a él lo conocí en mi primer año de secundaria y ahora es mi mejor amigo. No lo veo hace mucho pero siempre estamos en comunicación. Hay más personas que conocí en diferentes lugares y a quienes considero mis amigos pero no hablo tanto con ellos como lo hago con Marco. Aún así, los extraño demasiado. Es difícil no poder tener una vida estable y tener que adaptarte a un lugar nuevo cada cierto tiempo, pero es lo que debo hacer si mi madre quiere conservar su empleo. Triste, pero cierto.
– ¿Tanto tardas en alistarte Maria Fernanda?
– ¡Mamá sólo fueron 15 minutos! – dije bajando las escaleras.
– 15 minutos que nos harán llegar tarde al aeropuerto. – dijo mientras agarraba sus maletas y caminaba hacia la puerta donde nos esperaba Carlos, un vecino que nos ayudaría a sacar nuestras cosas.
– Si sigues gritándome entonces sí llegaremos tarde. – la seguí. Carlos llevó mis maletas hasta el ascensor y mi madre y yo lo seguimos.
Estaba a punto de cerrar la puerta del apartamento pero me quedé mirando el interior de este recordando todos los momentos buenos y malos que viví ahí. Es otro lugar más para recordar, otro más para la colección. Siempre me pregunto si será la última vez que me despida de un lugar y de personas que probablemente no volveré a ver. Y cada cierto tiempo me vuelvo a hacer la misma pregunta mientras me despido de un nuevo lugar.
– ¡Hija, date prisa! – los gritos de mi madre me sacaron de mis pensamientos de golpe. Cerré la puerta del departamento y fui al ascensor. Nos despedimos de Carlos y subimos a un taxi que nos esperaba afuera del edifico. En 30 minutos ya estábamos en el estacionamiento del aeropuerto.
"Aquí vamos de nuevo..."
Llegamos 3 horas y media antes, gracias a mi madre, porque teníamos que hacer el "Check-in" y según ella eso siempre tarda una eternidad, lo cual no es del todo cierto. De todas las veces que hemos viajado, y son muchas, eso solo a tardado máximo 50 minutos, excepto una vez que se tardó una hora pero fue porque hubo problemas. Luego de eso tenemos que esperar algo de media hora más mientras revisan nuestras cosas antes de subir al avión. Y tal como les dije, el "Check-in" solo tardó 40 minutos y eso que había un culo de gente. Aún quedaban 2 horas para subir al avión así que fuimos a comer algo para perder el tiempo mientras esperábamos pero nos quedamos sentadas tanto rato que ya me dolía el trasero. Creo que ya me estaba quedando más plana de atrás.
Cuando llamaron a los pasajeros del vuelo 217 con destino a New York subimos y me senté junto a la ventana, mi madre se sentó al otro lado junto a un señor con quién comenzó a hablar sobre como era la cuidad y toda la cosa. Yo estaba sola en mi fila y estiré mis piernas hasta el otro asiento rogando que no llegara nadie más pero para mi mala suerte a los pocos minutos vino una anciana que gritaba como loca y discutía con la aeromoza, quién sabe por qué, y me dijo que sacara mis piesotes de su puto asiento.

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Todo comenzó con un juego.
Teen FictionMafer es una chica de 16 años que se muda a New York porque a su madre la transfirieron. Esa ha sido su vida durante los últimos 7 años, mudarse de un lado a otro. Llega a su nueva escuela a mitad de año y conoce a Mery, Thomas, Bryan y Kiara quiene...