– ¿Buscas el aula de álgebra? – preguntó Zack, y yo asentí. No sé por qué, pero por un momento me quedé mirándolo a los ojos hasta que respondió. – Vamos, yo te llevo. – dijo tomándome del brazo.
Eso fue raro.
Caminamos en silencio durante un rato hasta que Zack comenzó a hacerme preguntas sobre de dónde venía, por qué me cambie de escuela, cuál era mi nombre y más cosas que ya no recuerdo. En los pasillos no había nadie por lo que supuse que las clases ya habían comenzado y que llegaría tarde, por segunda vez en el día, se lo iba a decir a Zack pero él también estaba llegando tarde por haberme llevado a la clase de álgebra así que no le dije nada. Lo que me parecía extraño es que él estaba tan tranquilo con saber qué íbamos tarde. Seguro ni le importa.
– Aquí es. – dijo Zack señalando una puerta blanca de madera.
– Bien, gracias – dije esperando a que se vaya, pero no lo hizo. – ¿No tienes que irte a clase?
– Sí – lo miré como diciendo "¿y qué esperas?" Sonrío. – Ya llegué.
– Oh, ¿también te toca álgebra? – pregunté. Ahora entiendo porque estaba tan tranquilo.
– Sí, ahora entremos que sino no entenderé ni mierda. – dijo y abrió la puerta interrumpiendo la clase.
Entramos al aula pero esta vez sin regaños del profesor quien era algo joven, Zack lo saludó con un choque de puños y luego siguió caminando hacia su asiento y yo hacia el mío. Todos se quedaron mirándonos, en especial las chicas, sentía que algunas me miraban con...¿odio? Por lo que veo Zack es uno de los populares y guapos de la escuela.
La clase de álgebra duró casi 2 horas, al terminar tenía que ir al aula de filosofía a la que tampoco sabía como llegar. Salí del aula y vi a la chica de la mañana a la cual me olvidé preguntarle su nombre.– ¡Oye! – dije corriendo hacia ella.
– ¡Hola! – sonrió.
– Olvidé preguntarte tu nombre esta mañana. – dije avergonzada.
Ella se rió.
– Soy Mery.
– Maria Fernanda. – dije sonriendo. – ¿me ayudarías a encontrar el aula de filosofía?
– Sí claro, vamos.
Llegamos al aula de filosofía y tuve otra hora y media más de aburrimiento. Así se pasó todo mi día, luego de la clase de historia fui a la de RV, gracias al cielo ahí me encontré con Bryan y Thomas que de no ser por ellos habría muerto de aburrimiento. Sonó el timbre de la salida y todos se fueron corriendo de la escuela. Incluyéndome.
Llegué a casa y mi madre aún no regresaba de trabajar, me acerqué al refrigerador en busca de algo de comida y encontré una nota pegada en la puerta que decía:
"Hija volveré tarde. No pude preparar el almuerzo, te dejo dinero en la mesita de la sala para que comas algo, te quiero.
- Mamá."No tenía ganas de salir a comprar así que agarré mi celular y pedí pollo en KFC que llegó 10 minutos después. Terminé de comer como a las 4:00 y no tenía nada más que hacer, me puse a ver qué había de nuevo en Facebook pero me aburrí así que me puse a arreglar un poco mi cuarto, que siempre para hecho un desastre, y luego me di una ducha. Al rato llegó mi mamá.
– Hola hija, ¿cómo te fue en la escuela? – preguntó apenas me vio tirada en el sofá de la sala.
– Hola, bien supongo.
– ¿Supones? – dijo preocupada.
– Pues...sí – dije arrastrando las palabras – Aburrido como siempre, pero al menos hice amigos.
– ¡Oh, enserio! ¿Y cómo se llaman? – dijo entusiasmada sentándose a mi costado.
– Thomas, Mery, Bryan y Abril.
– ¿Y como los conociste?
– A Mery la conocí en la mañana cuando buscaba el aula de Ciencias Sociales, a Thomas lo conocí en esa clase y a Bryan y Abril los conocí en el almuerzo.
– ¿Y ese Thomas es simpático?
"Ya empezaste"
– ¡Mamá! – grité frunciendo mis cejas.
– ¡¿Qué?! Sólo hice una pregunta. – dijo riéndose de mi cara. Siempre que reniego, mi cara en lugar de verse amenazante y molesta se ve graciosa.
Maldita cara.
– Pues no lo hagas, y sí, sí es simpático al igual que Bryan pero nada más. ¿Okey?
– Okey, okey. – alzó sus manos rindiéndose.
– Ah cierto también conocí a Zack.
– ¿Zack...? Qué bonito nombre. – dijo en tono pícaro.
Rodé los ojos.
– Ya basta, ¿entiendes? – dije levantándome del sofá y caminando hacia la cocina por un vaso de agua. – No trates de emparejarme porque no lo lograrás.
– Sólo dije que su nombre era bonito. – rió. Ya sabía lo que quizo decir.
– Sí claro. – dije sarcástica. – Ya me voy a dormir, adiós ma.
– Pero si apenas son las 8:00.
– Si pero diste a luz a un oso perezoso que tiene que dormir 10 horas al día para estar de buen humor así que buenas noches. – dije y mi madre comenzó a reír.
– Pues este oso perezoso tiene que cenar. – dijo levantándose de la silla para traerme algo de comer.
– Cenaré esto. – agarré un recipiente lleno de fresas, le di un beso en la mejilla a mi mamá y fui a mi habitación.
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Todo comenzó con un juego.
Novela JuvenilMafer es una chica de 16 años que se muda a New York porque a su madre la transfirieron. Esa ha sido su vida durante los últimos 7 años, mudarse de un lado a otro. Llega a su nueva escuela a mitad de año y conoce a Mery, Thomas, Bryan y Kiara quiene...