Capitulo 3

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De camino a casa
Cuando salieron de la taberna era demasiado tarde como para tomar el autobús y ninguno tenía suficiente como para pagar la tarifa de un taxi hasta el lugar donde vivían, asi que decidieron tomar un taxi hasta donde lo pudieron pagar y caminar desde ahí.
-Gracias -le dijeron ambos al taxista después de bajarse y pagarle por sus servicios.
Cuando se disponían a caminar estaban a tan solo dos calles de la casa de Aster pero ella, aunque trataba de caminar, temblaba de frió y se tambaleaba por lo que había bebido.
-Si quieres puedo cargarte también. -le dijo Luca mientras le colocaba en los hombros el saco de su propio traje para que no sintiera tanto frío.
Aster tenía la intención de negarse pero el hecho de que por poco termina en una alcantarilla eliminó todos sus posibles argumentos.
Luca puso uno de sus brazos al rededor de la cintura de ella y el otro detrás de las rodillas y con un movimiento rápido pero dulce la levanto del piso.
-¿Para que beca estás concursando?.-pregunto él con un tono extrañamente inexpresivo después de caminar unos minutos con ella en brazos.
-Neurología
-Genial, tal vez tengamos clases juntos.-dijo él pero ahora había frustración en su voz.
-Si estás tratando de entrar a neurología, olvídalo, TÚ recibirás clases en Nueva York, mientras yo me quedaré aquí, tal vez con suerte estudié enfermería y quizás en algún momento tenga que estar en un quirófano con alguien con problemas neurológicos, eso será lo más lejos que llegaré. -dijo ella, esta vez dejó que unas lágrimas rodaran por sus mejillas al recordar la entrevista y lo bien que le había ido a él.
-Yo concurso para pediatría. -dijo el con una mirada distante pero una media sonrisa.- lo decía por que como estamos en el plan de medicina podríamos vernos si vamos a la misma universidad.
-supongo que si, la verdad no quiero que mis años en la universidad sean como los de colegio. -dijo ella sin referirse a él directamente, en realidad la segunda razón por la que no quería ir a la universidad más cercana era por qué tenía miedo de encontrar a todos los que le habían hecho la vida miserable en el colegio y la principal era por que no ofrecían carreras de medicina especializadas.
-no soy un monstruo, no te cargo para comerte. -él dijo esto mientras dejaba ver una punzada de dolor, al parecer Aster le había hecho pensar que él fue una de esas cosas que ella queria dejar atrás.
-¿Porqué haces esto? -pregunto ella, Aunque en realidad estaba muy agradecida por lo que él estaba haciendo.
-Porque no quiero venir a juntarte en una alcantarilla en la mañana, además es bastante cerca. -Dijo él mientras trataba de ocultar el temblor en sus manos producidos por el frió de la noche.
-¿Como sabes donde vivo?
-Cuando perdiste a tu abuela nosotros vinimos a dar las condolencias.
Esa respuesta conllevo a un largo silencio, eso había pasado hace 12 años.
Aster era tan solo una niña y no recordaba mucho de ese día excepto lo mucho que lloraba, sintió vergüenza de pensar que él la había visto así alguna vez y le parecía asombroso que aún lo recordará después de tantos años.
-No recuerdo haberte visto. -dijo ella al fin.
-Pues yo sí lo recuerdo muy bien.-dijo aunque claramente no era necesario por que estaban en el porche de la casa de ella.
Era una casa bonita pero no muy pretenciosa, apenas tenia 3 habitaciones y un baño, en algún momento sus padres, ella y su abuela las ocuparon todas pero ahora una de esas habitaciones se usaba para que su madre pintara o para que su padre escribiera pero Aster nunca entraba allí.
-Gracias por todo.-dijo Aster mientras aceptaba los zapatos y su saco y le entregaba a él, el saco que le había prestado.
-Con gusto. -dijo él y se volteó para marcharse.
-No creo que seas un monstruo. -dijo ella pensando en lo que el había dicho.
-Bueno Alicia, parece que has vuelto a crecer.-respondió el con una sonrisa viendo como ella se ajustaba los tacones para verse menos desaliñada antes de entrar a su casa.
-Ja ja muy chistoso.-respondió ella sarcásticamente.
Estaba tan ocupada poniéndose el saco que no notó cuando él se acercó, hasta que los labios de él rozaron su frente. Antes de que pudiera salir de su desconcierto, él ya se había marchado, ella se quedó justo ahí hasta que recordó el frío de la noche y entonces tocó a su propia puerta, no sabía si era el alcohol o la época del año pero se sentía feliz.

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⏰ Última actualización: Oct 13, 2015 ⏰

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