Emma Warner es huérfana y se a criado en la academia militar con su hermano mayor, Lucas.
Ella jamas a usado tacones y le incomodan los vestidos, pero todo eso queda en el olvido cuando llega la carta y su hermano, tratando de convencerla, le dice...
Después de que a rastras me pusieran un vestido azul muy sencillo y hasta las rodillas, me dijeron que tenía que ir a desayunar.
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Y ese no es era problema. Si no que es el moretón en mi ojo se hizo más negro y estoy segura de que no faltara él comentario de "¿Que le paso a tu ojo?", "Estas horrible" y seguramente algo más ingenioso.
Tampoco es que me asuste, pero sí me incomodaría ya que en mi pelotón* estamos acostumbrados.
Aquí, solo hay nenas mimadas que se creen mucho solo por que tienen una carta bonita. La verdad es que no creó que ninguna se de cuenta de que solo Alex es él que elige en esta absurda competencia.
Pero bueno lo que tenía pensado sucedió pero uu poquito más de lo que pensé.
Cuando me maquillaron fue imposible taparlo pero si ya no se veía tan mal como antes él moretón aai que me puse anteojos de sol. Pero estas chicas son más exageradas que la mierda.
Baje por las escaleras -ahora con balerinas negras con un poco de tacón- dirigiéndome hhacia el comedor ya que iba con un poco de retraso.
Entre sin querer hacer mucho ruido, pero fue todo lo contrario, ya que la puerta hizo un leve chirrido, que con el silencio de la sala, se escuchó atroz. Hice una reverencia hacia la familia real y me dirigí hacia mi asiento.
-Eh... Lady Emma - Me llamó Lisa desde la punta del comedor -¿Le molestaría quitarse esos lentes de sol? No es muy apropiado que digamos usarlos en la mesa.
Asenti rendida y me los fui sacando lentamente, para no arruinar el peinado que me habían echo. Todos en la mesa se les salió un jadeo de horror.
-¡Dios Mio! -dijo Fiorela, una de las chicas -¡¿Quién te hiso eso?!
Todas las chicas habían empezando a susurrarse entre ellas, los unicos que no dijeron nada, fue la familia real y aparecio eso. Me puse a desayunar pero sentía muchas miradas en mi o mejor dicho el ojo.
Ja, que irónico, tengo miradas en mi ojo.
Luego de salir de ese pequeño infierno, todas se fueron direcramente a la sala de mujeres. Debo decir que aquí nadie es disimulada.
-¿y donde te paso esto? -me preguntó una de las chicas, que no tengo ni la más mínima idea de como se llama.
-Debo decir, que no les debe de importar a ninguna de ustedes, pero apresio su preocupación- dije intentando ser educada, pero por sus caras de indignación veo que ninguna se lo tomó bien y cuando veo a Lucas me encuentro con una mirada de reproche, ahora sí soy yo la indignada.
Además de que estoy segura de que aprovecharán esto, será como si me hubiese ido ya que ¿Por que el Príncipe saldría con alguien con esta cara?
Yo fui educada y estas se indignaron de la nada y a mi me retan, esto es una real mierda.
Al menos, en una semana, máximo, todo esto acabara y me podre ir con mi grupo, que a decir verdad, son hermanos que han tardado años en que se ganen mi confianza, aparte de que uno de mis mayores defectos, es ser muy recorosa.
-Disculpen... -esa voz tan inconfundible se hizo presente en la sala pero yo no hago ningún movimiento para verlo y sigo leyendo uno de mis libros preferidos, nadie merece que deje mi tan preciado libro, si no es una verdadera emergencia- vengo para hablar con Lady Emma.
Y luego todos se me quedan viendo curiosas o envidiosas.
Ha bitch.
Me levanto con delicadeza y dejo el libro sobre la mesa que estaba a mi lado, luego salgo y me encuentro cara a cara con Alex.
-Bueno, ¿de que querias hablar? -pregunte al ver que él no hablaba, él solo se limitaba a mirarme con detenimiento.
- Pues... yo solo quería saber como estabas -dice. Parese ¿nervioso? ¿incómodo? Algo por ahí, de seguro -y ya que saliste corriendo y enfadada de la primera cita, creo que tenemos que tener una segunda, pero esta vez te prometo que será muy divertida y toda esa cosa -dijo tomando confianza. Ja. Si ese chico pienza que podrá seducir, con esas expresiones y acabara como él mayor idiota de toda Illea.
-En mi defensa tu me dirigias con un médico y yo los odio -me defendi de sus estúpidas reclamaciones.
-¿Pero por qué no me dijiste? -Pregunto en un suspiro.
Me di la vuelta para dejarlo con la palabras en su boca. No le iba a estar contando toda mi vida a un desconocido con un título de nobleza.
