Al final llegamos al hotel donde nos íbamos a alojar durante los quince días de campamento. Era muy tarde y estábamos todos cansados y hambrientos. Nos metieron en el comedor y nos sirvieron comida.
Cuando terminamos, nos mandaron a las habitaciones las cuales compartíamos con cuatro chicas mas.
Mientras iba por el pasillo hacia mi habitacion, vi a una persona apollada en la puerta de la suya, era Roberto. Cuando pasé delante de él, nos saludamos y nos dijimos hola pero no podía pararme, pues una monitora nos estaba indicando cual era nuestra habitación y no me gustaría tener problemas la primera noche.
Cuando por fin llegamos a nuestro cuarto, me di cuenta de que justamente compartía habitación con Celia y Ana. Justamente en ese momento, me di cuenta de que iba a ser un campamento inovidable.Eran las dos de la madrugada y todavía no nos podíamos dormir. Nos habíamos contado nuestras vidas desde principio a fin. Ana y yo nos parecíamos bastante, nos encantaba la lucha libre y el fútbol, pero a la vez éramos muy amorosas. Estábamos riéndonos de una anécdota de Celia cuando de repente escuché gritos y risas por el pasillo.
Abrimos la puerta para cotillear un poco y nos dimos cuenta de que no éramos las únicas que no nos podíamos dormir.
La mitad del campamento estaba corriendo por el pasillo y metiéndose en otras habitaciones. Estaba claro que nosotras no íbamos a ser las únicas que nos íbamos a quedar quietas.