Oí el timbre y me desperté
Aproveché el poco tiempo mientras mantenía el sueño en mi memoria.
Recordé aquellos momentos en los que me divertí con mi amiga, nos lo pasábamos bien. Supongo que aquellos eran buenos tiempos... Y sí que lo fueron...
Ahora todo ha cambiado, pero mis recuerdos permanecen en mi memoria, mostrándose a veces e mis sueños y fastidiándome un poco algunas noches. Me he empezado a habituar a este tipo de situaciones, cosa que no es muy normal (aunque teniendo en cuenta que YO no soy "normal" tampoco debería extrañarme mucho)
Dejé de plantearme ese tema. Era el pasado y no me gustaba repetirlo, pero ahí seguía, atormentando cada noche una y otra vez. Un tormento que perduraba en el tiempo. Un castigo
Me sacudí la cabeza y me levanté de la cama.
Andé lentamente por el pasillo cuyo suelo crujía a cada paso que yo daba. Daba miedo... Parecía que me fuera a caer en cualquier momento, cediendo el suelo.
Me apoyé en el marco de una de las puertas para intentar despertarme del todo. Me golpeé con el marco y funcionó (y no, no grité, cosa que me costó).
Habiendo dejado atrás la lentitud y la torpez, me dispuse a abrir la puerta, cuando el recuerdo de mi amiga me volvió a pasar por la mente.
Abrí la puerta lentamente. El chirrido de la puerta con cierta antiguedad era escalofriante y hizo que la persona que estaba al otro lado se retirase un par de pasos. Me asomé.
-Hola, Alex -Respondió una figura mayor -¿Cómo va mi nieto preferido?
Sonreí, mi abuelo había venido a visitarme.
-Bien, abuelo -Contesté mientras le abrazé -¿Cómo es que te has pasado por aquí?
-Cuando supe que tenías tu casa propia, no pude decir que no a visitarte.
-Entonces, pasa -Contesté mientras esbozaba una sonrisa.
-¿No es pequeña?
-Abuelo, es para mí solo -Expliqué -No necesito más que un salón, una cocina, un baño y una habitación...
-Ya... -Agregó él -Pero se ve tan pequeña...
-Eso es por la barra americana -Sonreí -Me costó mucho encontrar un piso así en este pueblo.
Tras esto, empezamos a hablar de estupideces, de la colocación de mi casa y otros temas sin importancia alguna. Gracias a él no me perdí en mis pensamientos como hacía casi cada día que vivía aquí.
Cuando me quise dar cuenta, me estaba despidiendo de mi abuelo, que no había notado la dejadez que había hecho durante su visita. Me sentí un poco mal, ya que mi abuelo había recorrido algunos kilómetros sólo para verme, pero me alegré de que pensara de que le había hecho caso y que no se sintiera solo.
Cerró la puerta bruscamente y escuché el sonido de sus pasos, cada vez más distantes, bajar por las escaleras.
Lentamente me dirigí a ese sofá pequeño, situado justo debajo de la ventana del salón, de un color grisáceo que combinaba perfectamente el tono con la coloración de la sala. Que pequeño se veía de lejos... Pero es lo mejor para una pequeña casa como la mía... Suspiré.
Revisé la colocación de mi casa. Tenía forma rectangular: con la entrada abajo a la derecha que abría paso a un salón no muy grande. La cocina se encontraba a la izquierda de este, y como he dicho anteriormente, tenía un estilo de barra americana. El baño se encontraba en uno de los lados del salón (más correctamente, la derecha). Por último, mi dormitorio, que se encontraba a la derecha de la entrada, justo entre salón y cocina.
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A normal day
Teen FictionComo un grupo de chicos, cada uno con un problema de cualquier tipo, pasan los días divirtiéndose y creciendo juntos. Pero la realidad es muy fuerte y les obliga a sacar recuerdos dolorosos que no quieren que salga a la luz. Buscando formas de alivi...