El llamado muerte, la etiqueta de la suicida

Capítulo 3

Hice todo tipo de ruidos posibles, quebré vidrios, tiré objetos, revolqué todo su cuarto sólo para que sus padres llegasen e inmediatamente la llevarán al hospital.

El tiempo siguió su curso y la situación simplemente empeoró, seguía siendo excelente en el estudio, poseía de los mismos amigos, las burlas nunca se detenían y más cortes se sumaban día a día. Me cansé de tratar de ayudarla, mis sentimientos se fueron evaporando y mi trabajo comenzó; al inicio eran tímidos susurros suplicándole por más cortes, más profundidad, más sangre; las pesadillas que le inducía trataban más que todo sobre sus miedos, oscuridad, soledad y abandono pero ella no detenía lo que se hacía a sí misma, mi odio continúo creciendo y comencé a esforzarme por hacerla sufrir, los susurros se volvieron gritos desesperados pidiendo muerte rápida, implorando cuchillas, exigiendo cortes más largos, más profundos, las pesadillas no eran mejores; sogas, veneno, altura, autos, lo que sea que pasase , sólo que implicase su muerte.

Una parte de mí aún deseaba poder observar ese lado luchador que poseía antes, si tan sólo hubiese aparecido al menos una pequeña parte me hubiese detenido, me disculparía, la abrazaría fuertemente, la besaría y le diría que la amo. No lo hizo, no detuvo lo que se hacía así misma, no luchó por mostrar su originalidad hacia los otros, no trató de detener las burlas; simplemente se reía de sí misma mientras se automutilaba con una cuchilla.

La ira aumentó y finalmente decidí ponerle fin a esto, a la situación y a su maldita vida. Nunca olvidaré nuestra primera y última conversación, ahora que lo pienso creo que nunca podré olvidar a esa tierna y tonta mocosa.

Convertí todo mi ser en humano, cada molécula, cada pequeña parte de mí la transforme en piel, cabello, ojos, boca, todo. Transporté mi cuerpo a su habitación apareciendo así frente a ella, agarre su brazo firmemente y la obligué a mirarme a los ojos.