- III -
1.«Amaos los unos a los otros». Se nos dice que esto es la ley suprema, Pero ¿qué poder lo ha hecho así? ¿Sobre qué autoridad racional reposa el evangelio del amor? ¿Por qué no habría yo de odiar a mis enemigos? Si los «amo», ¿no me pongo a Merced de ellos?
2.¿Es natural que los enemigos se hagan el bien los unos a los otros? ¿es bueno eso?
3.¿Puede la víctima desgarrada y ensangrentada "amar" las fauces ensangrentadas que le van arrancando miembro tras miembro?
4.¿No somos todos por instinto animales de presa? Si los seres humanos cesaran totalmente de atacarse los unos a los otros, como animales de presa, ¿podrían continuar existiendo?
5.¿No es el «deseo lujurioso y camal» un término más veraz para definir al "amor" cuando lo aplicamos a la propagación de la especie'? El "amor" de las aduladoras escrituras, ¿no es un simple eufemismo de la actividad sexual? ¿O acaso el «gran maestro» era un glorificador de los eunucos?
6.Ama a tus enemigos y haz el bien a los que te odian y te explotan. ¿No es esta la despreciable filosofía del perro de aguas que gira sobre su lomo cuando le dan patadas?
7.Odia a tus enemigos con todo tu corazón, y si un hombre te abofetea en la mejilla, ¡Abofetéale en la otra! Abofetéale con toda tu alma, pues el velar por uno mismo es la ley más excelsa.
8.¡El que ofrece la otra mejilla es un perro cobarde!
9.Devuelve golpe por golpe, desprecio por desprecio, ruina por ruina, ¡y devuélvelos con interés del ciento por ciento! Ojo por ojo, diente por diente, ¡siempre en una proporción de cuatro a uno, de cien a uno ! Conviértete en el temor de tu adversario, y cuando él se aleje, lo hará con mucha más sabiduría que rumiar, De este modo. te harás respetar en todas las esferas de la vida, y tu espíritu, tu espíritu -inmortal, vivirá, no en un paraíso intangible, sino en el cerebro y en las fibras de aquellos cuyo respeto has conquistado.