»Capítulo uno: Jane.

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Bajaron del avión tranquilamente, observando el aeropuerto repleto de personas.

Airén había tenido un muy mal dormir durante el viaje, a comparación de su hermano y madre, quienes se encontraban de maravilla. Los dos recién mencionados buscaban el taxi que los llevaría a casa de sus abuelos.

La razón del mal sueño de la chica, era nada más ni menos que por Erick; un muchacho al que la palabra atractivo le quedaba pequeña.

La chica de cabello rubio-teñido, ya que su verdadero color era castaño-estaba totalmente enamorada de él, a pesar de que este nunca le correspondió.

Sí, no se podía negar que Airén era una chica hermosa y popular, pero por alguna razón a Erick nunca le había interesado y aquello le ponía de mal humor.

-¿Ya llegamos?-preguntó Eduard con cierto tono de burla.

-No, y lo sabes perfectamente.-respondió la madre.

-¿Ahora?

-¡Que no!

-¿...Ahora sí...?

-¡NO! Si no te callas juro que botaré todos tus discos-amenazó la señora, llegando a su límite.

Eduard hizo un gesto con sus manos diciendo que guardaría silencio, mientras trataba de contener la risa que amenazaba en salir en cualquier momento.
Tan sólo tenía veinte años de edad-dos más que Airén-era una persona risueña, amigable y aveces dejaba escapar idioteces. Se encontraba cargando tres maletas grandes, se podía ver de lejos que tenía un cuerpo envidiable y un lindo cabello verde, obviamente teñido ya que su color real era como el de su hermana, pero aquello lo hacía aún más atractivo y especial.

La familia Rotten era conocida gracias a las empresas de diseño de ropa las cuales estaban a lo largo de todo el país, además de que Jameson; el abuelo de los dos menores, era uno de los mejores cirujanos retirados.

La cuarentona madre de los dos chicos era una persona totalmente detallista, tanto en ropa como estilo y cabe destacar que muy estresante en aquel tema. Aunque a pesar de ser una de las mejores modistas, no quitaba el hecho de que era madre de una adolescente rebelde, queriendo vestimentas cortas y mostrando más de lo debido, es por eso que tenía mucha precaución con su hija, aunque aveces se le escapara de las manos.

El pueblo en donde los ancianos vivían era pacífico, pero con muchos lugares hermosos y dignos de visitar.

-Creo que aquel es-murmuró la mujer apuntando un vehículo amarillento.
Los tres se aproximaron con la esperanza de que fuese el correcto y para su sorpresa sí, era aquel.

Eduard guardó las maletas en la parte trasera del vehículo y luego de aquello comenzaron su recorrido hasta la casa de la anciana.

Airén admiraba el paisaje.
Era totalmente hermoso, tal y como lo recordaba.
Las gaviotas graznaban y volaban en dirección al mar, una que otra blanca nube se asomaba por el cielo, el sol radiante que entraba por la ventana... Era todo perfecto.

Al cabo de media hora de viaje-muy agotador, por cierto-llegaron a su destino.

-¡Al fin!-Exclamó la señora Rotten, claramente entusiasmada por haber llegado al lugar en cual nació y creció con sus cuatro hermanos y hermanas.

La familia era numerosa y muy unida, las navidades se las pasaban reunidos y a tan sólo un mes para la celebración habían decidido llegar con anticipación.
Lo mejor era que, cuando todos se reunían se las pasaban hablando chucherías y cosas sin sentido alguno.
Algunas personas podían decir que eran gente mala por el simple hecho de tener dinero, pero la verdad era que a nadie presente en aquella casa le importaba el ser "rico". lo tomaban como "cosas del destino" el que tubieran éxito con sus empresas, así que Airén nunca tubo la necesidad de pensar en "¿que hubiese pasado si mi familia fuese normal?" Porque ya lo era, una normal y loca familia.

Serendipia »Jane.T.K« Yuri-LesbianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora