Al llegar a mi casa escucho la voz de mi hermana, peleándose con Simon.
- No te das cuenta que la dejaste ir de nuevo. Como se te puede escapar.- le grita él.
- Lo siento yo... no me di cuenta.- noto sus ojos apunto de estallar en lágrimas.
No debí de haberme ido, mi hermana no merecía sus malditos gritos por mi culpa.
Me siento culpable. Debo defenderla.
- No te atrevas aponerle una mano encima.- me interpongo, estuvo apunto de pegarle. No es la primera vez que lo hace.
- Solo vete Annie. Yo tambien lo haré.
- Aquí no se va nadie. Tienen que saber que yo mando aquí, estoy acargo de ustedes.
- Nunca quisimos eso. Esto es un infierno.- le grito. No puedo aguantar más.
Las lágrimas caen y ya.
- No mereces nada, no entiendo como mamá pudo dejarnos contigo.- dice Clary. Tambien llora.
- Están castigadas.
Dice despues de un siencio incómido.
Subimos por las escaleras hacia nuestra habitación, el único lugar libre de Simon.
- Eso ha estado bien. Sabes es la primera vez que te oigo responderle.- le digo con una sonrisa.
- No del todo bien... me faltó insultarle
Las dos reimos.
En la noche bajamos a cenar, después de varias horas de encerrarnos el la habitación. No he almorzado.
Durante la cena, nadie dice una palabra. Me limito a mirar a mi plato y comer en silencio.
Al terminar, Simon sale de la casa. Son casi como las 11.
Subo.
Desde la ventana de mi cuarto puedo mirar las estrellas. Es una bella noche. En ese cielo, puedo ver esos ojos. No entiendo porque no puedo quitarmelos de la cabeza. Eran marrones los recuerdo.
Él tenía ojos marrones, de esos en los que te puedes perder con tan solo verlos y creo que de alguna forma lo hice.
Quisiera volver a verlo...
Luego caigo en cuenta.
¿Para que? Para que me ilusione como todos lo hacen.
Los chicos cambian.
Mienten.
Te pisotean el corazón.
He pasado por varias relaciones amorosas. Y aun asi nunca llegué a entender como las personas aman en un día y al siguiente te hacen pedazos.
Talvés será que llega el momento en que todo se acaba, en el que uno se cansa. Se cansa de la rutina, se cansa del amor. Y decide ponerle fin, para supuestamente no hacernos daño. Dios son tan estupidos que no entiendes que eso es lo que están haciendo.
Hay momentos en los cuales te sientes destrozada. Donde lo único que deseas es romper en llanto y caer en un profundo sueño. Pero no lo haces porque estás tan ocupada en encontrar la razón de tu sufrimiento que te olvidas que es pasajero.
Apesar de pasar tiempo intentandome convencerme de que de ninguna manera debo volver a entregar mi corazón. Creo que ha sido en vano.
He dormido pensando en sus ojos.