Ella siempre buscó ser poesía, sin darse cuenta de que para serlo había que transmitir algo.
Siempre tan fría, tan distante, era como las gotas de rocío de una gélida mañana, que vacilan en tu mano cayendo inevitablemente al suelo.
Ella buscaba su lugar en el mundo, sin saber aún que el mundo no es un lugar agradable para ella.
"Quédate conmigo, no me sueltes nunca." la dije, pero no puedes hablarle de futuro a un cuerpo que no es dueño de su presente.
No puedes pedirle lluvia al sol, ni luz a las tinieblas, no puedes pedirme que busque mi lugar, si hasta ahora el paraje más cómodo de este mundo han sido tus brazos.
