02

27 8 0
                                    

En la parte trasera del auto marca Chevrolet Evanda del año 2005, se encontraba una muy aburrida Beatrice sobre unos incómodos asientos de cuero sintético, mirando los fugaces paisajes que habitaban fuera del automóvil. Pero, algo se entromete en su visión: dos zapatillas converse negras desgastadas, ya que, unidas a los pies de la chica, estaban apoyadas sobresaliendo por la ventana. Una vez de pequeña le dijeron que si apoyaba los brazos en la abertura se los arrancaría un camión, pero, ahora que estaba grande prefería que le arrancaran las piernas. Sólo imagínense las posibilidades, eso de arrastrarse por el piso en dirección hacia la casa de un desconocido para asustarlo (ya que esta niña cree que su cara está tan demacrada como la de un muerto), no preocuparte de que tu dedo meñique sea brutalmente masacrado por un feroz mueble que salió de la nada (debería comprarse lentes. O simplemente despegar la cara de su reproductor Mp3).

Había una desagradable canción de los años 80 inundando el ambiente (omitiremos el nombre para no romper sus tímpanos; y por el copyright), y como los audífonos de Beatrice eran un asco, podía escuchar perfectamente cada palabra de la cantante junto a su papá. La canción no sería tan mala sino la estuviera cantando su padre.

"¡Bea! Quítate esos audífonos y canta con tu padre" animadamente dijo el progenitor de Beatrice.

"No. Además no es necesario quitarse los auriculares para escuchar tu fastidiosa canción. Lo escucho todo perfectamente".

"¿Eso es bueno?" dijo incrédulo.

"No, la idea es no escuchar a ningún ser vivo aparte de la voz de la persona que surge por los audífonos" dijo rodando los ojos.

Trato de aumentar el volumen de la canción ''Take me out" de Franz Ferdinand, pero, aún así era inútil.

Esperaba ansiosa el regresar con sus amigos, sí, esta vez no se equivocaría, ellos son sus amigos, no como los anteriores. Aunque ella también fue dura demostrando su opinión, ellos no tenían el derecho de haberla tratado como lo hicieron. Prácticamente, la dañaron psicológicamente, pero, no dejaba de tener la culpa. Cosas como ''nunca nos caíste bien'' o ''eres un asco de persona'' siguen desgarrando su mente. Sin embargo, su ''no somos amigos, solo estamos juntos por el miedo de quedar solos'' no tuvo mucho tacto.

Quizás, si esa semana, poco antes de las vacaciones hace 2 años atrás, no se hubiera ausentado, nada de esto hubiera ocurrido. En primer lugar, no habrían estado hablando mal de ella a sus espaldas; en segundo lugar, Beatrice no hubiera dudado de la ''amistad'' y ''fidelidad'' de sus antiguos conocidos. En tercer lugar, habrían seguido con esa farsa, pero, ella sería feliz.

Ya se podía divisar la parada destino desde donde estaban.

"Hogar, amarga realidad".

Su padre la miró con preocupación y salieron del auto dirigiéndose a la entrada de la casa donde habitaban.


Cry baby ; reality follow usDonde viven las historias. Descúbrelo ahora