Capítulo 1: Sangre de Titán.

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Luego de la sorprendente derrota en la batalla de Salamina, Jerjes I se retira de territorio griego, hacia el Monte Mícala, y establece allí un campamento tras eludir enfrentamientos con flotas griegas. El comandante griego, Leotíquidas II, toma la decisión de atacar el campamento persa.

Las tropas hoplitas toman el campamento y aniquilan, saquean y capturan como esclavos a unos pocos sobrevivientes persas.

Esta batalla junto a la de Platea, fueron decisivas para el fin de la invasión persa en tierras griegas.

Batalla de Mícala, campamento persa (Monte Mícala) 479 a.C.

- ¡Tomen prisioneros! ¡Al resto aniquílenlos, desháganse de ésta carne podrida! - ordenó Leotíquidas II, rey de Esparta - ¡Quemen el campamento entero y sus naves! ¡Destruyan todo a su paso, nada que pertenezca a esta escoria merece estar sobre la tierra!

Cinco minutos más tarde, un puñado de soldados se aproximan al rey.

- ¡Comandante! Hemos encontrado el cadáver de una mujer con su hijo recién nacido en brazos, quién aún respira, ¿Le matamos? - el soldado dudó un momento antes de proseguir - Creemos que la ausencia de cortes en su cuerpo se debe a que se suicidó, probablemente con cicuta, antes de que llegáramos a esta pocilga.

- ¿Una mujer en este campamento? ¿Un crío recién nacido dices...? ¡Tómenlo como esclavo! Cuando lleguemos a Esparta le asignare una nodriza, ¡Le enseñaremos a esa pequeña rata lo que es el infierno!

- ¡Si señor! - se escuchó al unísono.

Leotíquidas levantó una de las antorchas, la encendió y se encaminó hacia el cuerpo de la madre del pequeño bebé

- Deberías estar honrada de que el mismísimo rey de Esparta queme tu repugnante cue... - cortó la frase en seco al ver como la luz era reflectada por algo brillante en el cuerpo semidesnudo. De entre los trozos de trapo que tenía como vestimentas recogió un colgante grabado - ¿Saeed? Saeed... Así debe de llamarse ese bastardo... Saeed... Te aseguro que tu vida no tendrá nada "feliz" - dijo apenas en un susurro.

Leotíquidas roció azufre en polvo sobre las ropas, después, dejó caer la antorcha sobre la piel.

Mientras el comandante se alejaba del cuerpo inerte de la joven, se comenzó a percibir como el sonido del fuego y el hedor a carne quemada cobraba intensidad.

Establecimiento Perieco, periferia de Esparta. 458 a.C.

- ¡Maldito desgraciado! Como osas meterte con mi hija ¡Bastardo! - a cada golpe recibido por su cuerpo, cada fibra se retorcía un poco más del dolor. No tenía fuerzas para moverse, mucho menos para defenderse. Saeed sentía como sus huesos se rompían golpe tras golpe y el frío de la muerte más cerca de él - ¿¡Cómo es que te atreves a mancillar a mi familia!?

- ¡Tu linaje persa no será aceptado en nuestra familia! ¡Mataré a tu hijo...! - nuevamente el golpe de una contundente pierna fue directo en la cabeza, perdió la audición, y en su lugar quedó un zumbido constante.

El sonido de un objeto cortando el viento apenas le dió tiempo de reacción a Fragt, que en fracción de segundos el sonido se convirtió en ardor, cuando el filo de una hoja helada impactó con su cuerpo. El frío se transformó en calor en cuanto la sangre comenzó a fluir por la herida. Una dory atravesó el pecho del campesino. No había más que silencio, el silencio que atrae a la muerte, su propia muerte. Fragt cayó desplomado en frente de Saeed con la mirada perdida y su boca inundada en sangre,quien levantó la vista y sólo consiguió una imagen difuminada pero que no tuvo problemas en reconocer de que se trataba; dos figuras de un color bronce, una con lo que muy bien supo identificar como dory, las famosas lanzas de los hoplitas. Otra vez que prolongan y disfrutan de su sufrimiento; no se detendrían hasta haberlo destrozado por dentro y por fuera. Nuevamente, ese no era el momento de morir. Los maldijo por dentro, cerró los ojos y se dejó llevar. Poco a poco fue perdiendo la conciencia. Notó como la mole deforme y rojiza que tenía por cuerpo era levantado y comenzado a arrastrar sin buenos tratos. En ese momento, Saeed quedó inconsciente.

Saeed - Nombre persa, significa "feliz".

Dory - Lanza hoplita. Suponía el arma principal del hoplita y estaba compuesta por una pértiga (vara) de madera de dos metros y medio de largo, rematada por una fina punta de metal afilada en un extremo y un contrapeso en el otro, también provisto de punta para rematar al enemigo caído en el suelo.

El Arte de la Guerra: Titán.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora