Despertar

52 4 2
                                    

Despertó sabiendo que algo iba mal.

Abrió los ojos despacio, acostumbrándose a las nuevas sensaciones a las que se veía sometido su cuerpo. Estaba apoyada sobre una superficie dura y caliente; hacía tanto calor, podía sentir su piel quemándose, y la luz brillante, incluso, en la oscuridad de sus parpados. Tenía cinco dedos en cada mano, y dos piernas que podía mover, sus labios estaban resecos y comenzaban a quemar, el pelo le caía sobre la cara, haciendo que le picasen las mejillas. Podía escuchar los autos, y un murmullo que no lograba descifrar, gritos desaforados, y bocinas estridentes, y lo que parecían ser un montón de máquinas funcionando al mismo tiempo, rumiando, y echando humo putrefacto que le entraba por la nariz, partículas de mugre que se adherían a su cuerpo.

Lo primero que vio fueron dos grandes ojos, uno marrón y otro color miel, y un rostro que estaba demasiado cerca. Distinguió una nariz pequeña, y un montón de pecas sobre esta. Una boca de labios gruesos, que dejaban entrever unos dientes metálicos, ¡no! Dientes con metales, pequeños cuadrados pegados sobre estos. Vio orejas adornadas con pájaros dorados, y mucho cabello rizado que le impedía distinguir qué había detrás. Una mano morena se posó sobre la suya, un calor distinto al anterior, y una humedad que se le antojó un tanto pegajosa. La boca se movía, y podía oírla, más no distinguía las palabras, un montón de sonidos. Y lágrimas. Tardó en verlas. Los ojos marrones enrojecidos, y el agua cayendo por las mejillas.

Lágrimas.

Extendió la mano con cuidado, y tocó a ese ser desconocido, limpiando su llanto con un suave roce, que funcionó para dejarla de hacer llorar. Más pronto se vio enterrada en el pecho de aquella extraña, envuelta en sus brazos. El pecho de aquella chica contra el suyo, sentía su respiración agitada, los saltos que daba su estómago entre lloriqueos; temblaba, podía sentirlo en sus manos, en las rodillas que se pegaban contra su costado.

Movió la cabeza, acomodándose en su hombro, intentando ver entre todos los rizos. Estaba en lo que parecía ser una ciudad, edificios muy altos detrás de un tumulto de gente, y ahí estaban las máquinas que respiraban humo, redondas, de cuatro ruedas, y de colores brillantes. Y gente, mucha gente. Zapatos, vestidos, pantalones, trajes y corbatas. Todos hablaban entre gritos, hablando por pequeñas cajitas en sus manos. Celulares. El pensamiento llegó a ella de forma instantánea. Esos eran celulares. ¡Qué patético recordar algo!

La chica de los rizos se separó lentamente, volviendo a enfrentarla con sus intensos ojos marrones. Le dejó ir con la misma rapidez con la que le cogió. Escuchó más sirenas, y en el griterío sólo reconoció una palabra: ambulancia. Una máquina más cuadrada se movió hasta ella, tenía una gran cruz en un costado, y unas sirenas luminosas en el techo. Parpadeo, desacostumbrada a una realidad tan brillante. Dos personas se bajaron de la ambulancia, llevaban monos verdes, y hacían rodar una camilla. La chica de los rizos le miró, y respiró hondo, habló, y aunque no entendió qué decía resultó tranquilizante.

Seguía tirada en el piso, y no dio señales de resistencia cuando los hombres de verde le cargaron. Le tomaron por los tobillos y por las axilas, acostándola en la camilla. La chica de los rizos se paró a su lado, y le tomó la mano.

Antes de darse cuenta qué estaba pasando, estaba dentro de la máquina cuadrada, con las sirenas justo por encima de su cabeza. Los hombres de verde se inclinaban sobre ella. Usaban aparatos que no entendía, y apretaban su cuerpo. Masajearon su estómago y corazón, apretaron cosas frías en su cabeza. La chica de los rizos volvía a llorar, y quería decirle que dejase de hacerlo, pero no estaba segura de cómo funcionaban sus cuerdas vocales. Quería decirles que parasen, que la que necesitaba ayuda era la chica de los rizos. Pero esos parpados pesaron volvieron a cegarla.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 20, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

The Crooked TimeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora