Capítulo 4:Duras pérdidas

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Pronto amaneció y Albert y los demás hombres decidieron ponerse en marcha y llegar cuanto antes a la aldea,tenían miedo de que los Arkans al no haberlos encontrado a ellos hubieran ido a arrasar el pueblo.

-Démonos prisa,tengo miedo de que esos seres hayan ido hacia la aldea y Morgana y los demás estén en peligro-dijo Albert espoleando al caballo para que fuera más rápido.
-Ya hemos perdido a dos de nuestros hombres,no pienso dejar que muera nadie más-dijo el jefe de los legionarios espoleando también al caballo para que también fuera deprisa.

Llegaron a las llanuras después de atravesar todo el bosque,al parecer se habían alejado más de lo que pensaban huyendo de esas horribles criaturas,ya comenzaban a alzarse las colinas a lo lejos y se podía oler el agradable aroma de las flores del campo, pero algo no marchaba bien los animales huían despavoridos hacía el bosque y en el aire empezaba a notarse un ambiente desagradable,el aroma a flores ahora se veía camuflado por lo que parecía una densa humareda de humo negro proveniente de unos cuantos metros más adelante.

Albert y el resto de legionarios se imaginaron lo peor,y no se equivocaban cuando llegaron todo el lugar estaba arrasado y envuelto en llamas, desmontaron de los caballos y fueron corriendo hasta el lugar de reuniones,no había nadie todo estaba vacío se los habían llevado.

-¡Maldición!-gritó Albert furioso.
-No pudimos predecir que harían algo así -dijo uno de los legionarios poniendo su mano en el hombro de Albert.
Los demás simplemente asintieron afirmando que tenía razón.
-Esos bastardos se van a enterar como les hagan daño -gruñó Albert mientras le daba una patada a una viga de madera.
-Aquí no haremos nada,volvamos a la cueva donde estaba ese tipo tan raro -dijo uno de los legionarios más expertos.
-Si a lo mejor los tienen allí -sonrió uno de los hombres con la esperanza de que su compañero tuviera razón.

Rápidamente se encaminaron rumbo a la cueva con la esperanza de que estuvieran allí, llegaron espoleando a los caballos al máximo y no tenían miedo de enfrentarse a esas horribles criaturas solo querían encontrar a sus seres queridos.

Pasaron dos horas pero pronto llegaron a su destino, la cueva yacía enfrente de ellos y entraron sin pensárselo dos veces. Entraron armados hasta los dientes pero para su sorpresa la cueva estaba completamente vacía no quedaba ni rastro de lo que había pasado.
Eso les confundió mucho ahora no sabían que debían hacer así que simplemente se sentaron y dieron vueltas al asunto.
-Bien,¿que deberíamos hacer ahora Albert?-pregunto uno de los legionarios mientras bebía un trago de agua. Albert se puso en pie y lo miro a los ojos,-nuestro siguiente paso será seguir su rastro no han podido ir muy lejos -espetó Albert muy serio mientras se rascaba la barba pensativo.

Salieron de la cueva y miraron si había marcas o surcos de arrastres en el suelo,-! aquí chicos¡-gritó uno de los legionarios señalando las marcas del suelo. Todos miraron las marcas y se dieron cuenta que habían sido provocadas por algo grande que estaba arrastrando algo,-de acuerdo todos a los caballos-dijo el líder de los legionarios mientras daba la espalda a las marcas.

Las marcas señalan hacía el noroeste así que montaron en los caballos y galoparon hacía el noroeste con el objetivo de encontrar al grupo de Skragrers,al encapuchado y a los horribles Arkans junto con sus rehenes,se dieron cuenta de que les sería imposible evitar la batalla así que cada uno estaba preparándose mentalmente para el enfrentamiento contra aquellos horribles seres.

Cabalgaron varios kilómetros y decidieron pararse cerca de un manantial de agua fresca para que los caballos pudiesen beber tranquilamente y pastar algo de hierba, ellos se sentaron alrededor de una pequeña hoguera a la luz de la luna,esta noche era creciente y se alzaba alta en el cielo sin nubes,los legionarios la miraban fijamente pensando si conseguirían su objetivo.

Durmieron toda la noche en el manantial haciendo turnos de vigilancia por si algún enemigo andaba cerca,desayunaron carne cruda para no encender de nuevo la hoguera y alertar a quien anduviera cerca.

A la mañana siguiente se montaron en los caballos y siguieron el rastro de las marcas del suelo suerte que no había llovido sino hubieran perdido el rastro, cabalgaron durante dos horas hasta llegar a una expecie de explanada. Albert desmontó del caballo y los legionarios lo imitaron, se tumbaron en el suelo para no ser vistos y observaron la explanada con cuidado, divisaron a lo lejos lo que parecía una pequeña hoguera así que dejaron los caballos atrás y se acercaron arrastrándose detrás de los arbustos hasta llegar a ella.

No había nadie pero había rastro de que no hacía mucho que habían estado allí un día como mucho les llevaban de ventaja, se pusieron en pie registraron los alrededores sin encontrar nada extraño así que montaron otra vez y decidieron seguir con la marcha para darles alcance.

Después de estar cabalgando todo el día decidieron parar para dejar descansar a los caballos y comer algo, como no sabían si estaban cerca y no querían llamar su atención no encendieron ningún fuego y comieron carne cruda y agua,después de comer se sentaron haciendo un círculo y comenzaron a pensar cual sería su estrategia cuando dieran con ellos.

-Ya vimos que las espadas y las flechas no les hacen daño- dijo el líder de los legionarios hablando en primer lugar.-Sí,podemos intentar quemarlos para ver si el fuego les afecta, tengo aceite en la mochila y es fácil hacer fuego- dijo Albert mostrando el bote de aceite.-Sí podría funcionar y si lo hace tendríamos algo contra ellos- dijo uno de los legionarios convencido y animado.-Pero de todas formas debemos tener un plan de emergencia por si el fuego no les hace efecto- dijo Albert rascándose el mentón.

Después de dar varias vueltas a algunas ideas más se fueron a dormir haciendo turnos de guardia de dos o tres horas cada uno.

Las tierras olvidadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora