-¿Por qué? ¿no te has divertido?
-¡Muchísimo! De hecho, hago esto a menudo. Hago de camomila todas las noches. Luego me persigue un poco la policía, bajo al vuelo de la moto en mitad de un campo, hago que me persiga un perro rabioso y, para acabar, me tiro de cabeza sobre una montaña de estiércol. Chapoteo un poco dentro y después vuelvo a casa en braguitas y sujetador.
-Con mi chaqueta puesta.
-Ah, sí, lo olvidaba.
-Pero hay algo que no has dicho...
-¿El qué?
-Que has hecho todo eso conmigo.