16 Escalones.

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Entré en la casa intentando no hacer demasiado ruido, ya que la persona que había hecho todo esto podía seguir en la casa.

La entrada era la mima cocina. Estaba toda cubierta de polvo , las ventanas eran invadidas por abundantes telarañas haciendo que la vista al exterior fuera más difícil. Aunque era de día , estaba oscuro , ya que había tan solo dos ventanas en la pared pared del fondo de esa larga cocina. La mayoría de los azulejos enmascarados por el polvo estaban rotos, resquebrajados o tintados con una suciedad tan densa que parecía haberlos camuflado por completo.

Apoyada en la pared de mi derecha, había una estantería vieja de metal oxidado. En ella había tarros vacíos, o con un líquido tan extraño que parecía que no se habían abierto desde hace décadas. La tapa de aquellos que se podían leer, tenía una pegatina de marcas de productos de alimentación conocidas, solo que el logotipo era distinto. A la derecha de la estantería había un fregadero metálico bastante bien conservado. Encima de este, había despensas deterioradas pero que parecían mejor conservadas que el resto del mobiliario de la cocina, lo cual indicaba que alguien los había restaurado.

A mi izquierda , cerca de mi había una escalera de madera. Esta subía tres escalones, que estaban pegados a la pared que tenía a mi espalda, hasta una una plataforma cuadrada que coincidía con la esquina de la sala. Después dieciséis escalones en contacto con la pared de la derecha subían hasta otra plataforma con tres puertas.

Sabía que tenía que subir, siempre había luz en la parte de arriba por lo tanto si mi hermana estaba en esa casa , lo mas seguro es que aquel hombre la tuviera en esa en una de las salas de arriba.

Me armé con más valor que el que me había hecho falta para entrar en la casa y subí los tres escalones. Una vez en la pequeña plataforma que daba el giro a la escalera, observé en lo alto de esta una puerta entre cerrada por la que un pequeños rayo de luz, producido por una bombilla, asomaba amenazante intentado escapar. Un escalofrío recorrió mi cuerpo.

"Dieciséis escalones" pensé. Por un momento pensé en retroceder, en volver a avisar a la policía, pero al imaginar todas las cosas que ese psicópata manipulador podía hacerle a mi hermana, avancé.

Uno.
Los escalones eran de madera por lo que tenía que avanzar con cautela por si alguien podía estar en la casa.

Dos.
Comencé a sudar, mi miraba se centraba en la puerta que tenía enfrente.

Tres.
Ocho niños habían sido desaparecidos y nadie sospechaba de este hombre

Cuatro.
Tragué saliva. Mis manos temblaban.

Cinco.
Mi corazón comenzaba a acelerarse junto a mi respiración.

Seis.
¿Y si mi hermana no estaba ahí y la próxima desaparecida fuera yo?

Siete.
Fuese lo que fuese ya no había vuelta atrás.

Ocho.
La mitad de la escalera, mi respiración se cortó durante un momento. Tenía muchísimo miedo.

Nueve.
Mi respiración volvió pero no era constante a causa de mi espasmódica situación.

Diez.
Mis piernas comenzaban a fallar. La puerta cada vez se encontraba más y más cerca de mi.

Once.
Quería salir corriendo, aquella puerta me miraba con arrogancia intimidándome.

Doce.
Una gota de sudor rodeó mi ceja izquierda dejándola caer por mi pálida mejilla.

Trece.
Algo dentro de mi me decía que me arrepentiría.

Catorce.
Empecé a mover el dedo índice repetidamente. Era un gesto habitual en mi cuando los nervios me invadían.

Quince.
Mi pulso parecía querer salirse de mi cuerpo y mi corazón golpeaba mi pecho agresivamente. Empecé a sentir palpitaciones en mi garganta donde se había formado un nudo.

Dieciséis.
Una fuerte presión invadía mi pecho. Apreté mis dientes con fuerza. Una pequeña lágrima intentaba caer por mi canto interno que había sido pintado con las ojeras producidas por las pesadillas de los últimos días.

Llegué a la plataforma donde tres puertas me rodeaban y miraban con desprecio. Di un paso para aproximarme a la puerta que tenía enfrente mía. Un silencio interrumpido por el latido de mi corazón invadió el espantoso ambiente que me rodeaba. Cerré los ojos y respiré profundamente. Mi mano se posó sobre la fría manilla de color negro que se encontraba en la parte izquierda de la vieja puerta que llevaba a la habitación que escandalizaba mi imaginación. Empujé la puerta con suavidad, por si esta chocaba con algo que se escondiera detrás de ella. Mientras la abría miraba al suelo porque mi pavor era mayor a mi curiosidad. Tras abrirla, levanté la mirada a la vez que daba un paso para situarme dentro de la sala.

Mis ojos se abrieron estupefactos ante las imágenes a las que se les estaba exponiendo, mi respiración se cortó durante un momento acompañada de mi corazón.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo ante todo lo que había en aquella sala, pero el mayor escalofrío lo sentí cuando percibí el aliento de la persona que había hecho tal macabra obra en mi nuca.

Penumbra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora