4. "Diversión"

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-Narradora-

- ¿Maestro?- balbuceó el demonio bastante confundido. - ¿Q...qué es lo que desea?- preguntó con temor, ¿cuál era la razón de su llamado? ¿Por qué el "Rey del Infierno" le llamaba justo el día en el cuál había abandonado al inframundo?

- ¡Incompetente!- escupió su superior con fiereza. - ¿Acaso no sabes hacer nada bien?- Astaroth estaba más que confundido, no entendía lo que había hecho mal. Había torturado a los humanos de formas que nunca hubieran podido imaginar, ¿cuál era su error?

- ¿A qué se refiere maestro? Yo...yo realicé el trabajo a la perfección. Esos humanos nunca volverán a realizar otra invocación por así como los dejé de asustados. -Se excusó adoptando una actitud agresiva.

-No me digas...- replicó el rey del infierno mientras se cruzaba de brazos - ¿Y a cuántas invocaciones asististe?- preguntó con una sonrisa burlona y siguió hablando antes de que su aprendiz tuviera tiempo siquiera de abrir la boca -Solo atendiste una invocación, ¡una! ¡Hasta el más mediocre de los demonios podría atender hasta seis invocaciones en un día y podría tener tiempo para descansar cuanto plazca!- le reprendió mientras agitaba los brazos con fiereza.

-Es por lo mismo que son mediocres...- comentó Astaroth cruzándose de brazos -No asustan a los humanos y hacen los favores que les piden con tal de obtener un alma corriente. Solo escuchan lo que necesitan y se retiran para alimentar su esencia, por eso es que terminan tan rápido- dijo mirando hacia la luna -En cambio yo sí me tomo la molestia de realizar el trabajo como se debe. Yo hago que los humanos le teman de verdad a los demonios- dijo viendo de nuevo a su maestro, desafiándolo.

-Haz lo que quieras- respondió su maestro -Pero recuerda que no puedes volver hasta que todos y cada uno de los humanos te tema y se horrorice con solo escuchar tu nombre- comentó interrumpiendo la comunicación, haciendo que el agua del pequeño estanque se revolviera.

-No te preocupes. Volveré pronto, Lucifer- respondió Astaroth sacando la lengua justo antes de que la comunicación se cortara.

El altanero demonio se dio la vuelta y contempló el paisaje que se encontraba ante él mientras estiraba sus brazos hacia el cielo estrellado. Era una noche demasiado tranquila, algo a lo que Astaroth no estaba acostumbrado. No le agradaba tanta tranquilidad, quizá porque en el inframundo jamás tenía eso gracias a los demás demonios que siempre causaban estragos sin compasión a donde sea que fuera. -Tal vez...- pensó -Tal vez ahora sea mi turno de causar problemas...

*****

- ¡Tch! ¿Y este que se cree? ¡Yo lo creé, no puede faltarme el respeto desafiándome así! ¡Rey! ¡Yo soy el Rey del Infierno y así me tienen que llamar! ¡Solo así!- manifestó caminando de un lado para otro alrededor de su trono llamando la atención de otros demonios que pasaban cerca - ¡¿Y ustedes qué?! ¿No tienen trabajo que hacer?- preguntó aún furioso haciendo que los demonios lo fulminaran con la mirada.

-De hecho no, estamos encerrados en el inframundo por culpa de tu "creación"- pensaron varios demonios, pero por temor a enojar aún más a su rey, permanecieron callados.

*****

Caminó con tranquilidad por las calles solitarias conservando aún su forma humana. Llegó a la esquina y se apoyó en un poste de luz, pensando. ¿Qué debería hacer primero? Estaba ansioso por observar el caos que crearía el mismo, pero no sabía por dónde empezar. Ni siquiera sabía qué hacer, simplemente había demasiadas opciones... una pequeña sonrisa se formó en sus labios al pensar en todas ellas.

Un golpe en el costado lo separó de sus ideas y vio con desprecio al humano que había chocado con él. Era una mujer de mediana edad que hacía poco estaba montada en su bicicleta, iba de camino a su casa seguramente, pero ahora se encontraba adolorida en el suelo. -Oh, niño, lo siento. -Dijo mientras se ponía de pie y se acercaba a Astaroth - ¿Estás bien?- preguntó con angustia mientras posicionaba una mano en la espalda del demonio.

-Si...- respondió con una sonrisa diferente, una mucho más amplia y reluciente. Estaba mirando al suelo, reprimiendo las ganas de reír -Ahora ya sé con quién empezar- dijo elevando la mirada finalmente.

La mujer estaba confundida por la extraña actitud del chico con el que chocó, se había encorvado con la vista al suelo y de repente se levantó y se le quedó viendo eufórico a los ojos. En esos momentos, al ver aquellos ojos carmesí; quedó hipnotizada. Pero no por lo bellos que estos pudieran llegar a ser, sino por los horrores que se ocultaban en lo más profundo de ellos.

>Esos ojos podían mostrar maravillas si así lo deseaba el demonio, pero en esta ocasión mostraron el peor terror de quien fijaba su vista en ellos.

Al ver esos ojos, la mujer se puso pálida y empezó a temblar sin control; Astaroth seguía observándola con euforia. Nunca había tenido el placer de utilizar sus dones con un humano; había momentos en que los ponía en práctica para reprender a los demonios cuando causaban problemas y los asustaba unos dos o tres días como máximo antes de que siguieran comportándose como su naturaleza dictaba y causaran estragos nuevamente. Pero nada de eso era comparado a la satisfacción de ver un rostro verdaderamente horrorizado y aturdido gracias a él.

-Seguramente esta mujer ya no podrá despertar de su trance y seguirá viendo esas pesadillas para siempre- se dijo el demonio mientras ponía una mano en frente de la señora y la agitaba solo para comprobar de que, en realidad, estaba perdida en su mente.

Astaroth se regocijó y una enorme sonrisa se dejó ver en sus labios. Se dio la vuelta y empezó a caminar nuevamente dejando atrás a su primera víctima, la primera de muchas. Caminó y caminó hasta detenerse frente a una casa inmensa y bien cuidada.

-Agh, una casa demasiado perfecta. Definitivamente no entraré ahí - dijo con desprecio y siguió sin rumbo en busca de su siguiente víctima.

Esta sección era demasiado tranquila en la noche y Astaroth no lo soportaba, la sonrisa que tenía hace unos minutos se borró y una mueca de desagrado tomó su lugar. Finalmente decidió regresar al parque y aclarar sus ideas, quizá lo mejor sería esperar al día siguiente cuando las personas infesten las calles y tenga variedad de donde escoger para divertirse como quería; aunque tuviera que soportar esa molesta y cálida luz del sol. Cuando el duque del infierno llegó al parque y se acomodó en una de sus bancas, unas molestas voces aparecieron en su cabeza llamándolo con impaciencia.

-Claro, cuando decido descansar es cuando deciden realizar una invocación. Tenían que ser humanos...- habló mientras se levantaba con molestia y se dirigía al lugar correspondiente para atender su invocación.

Casi se me olvida xD

Les tengo una propuesta mis queridos lectores, pásense por mi sección de avisos y comenten. Hasta la próxima ^^


AstarothDonde viven las historias. Descúbrelo ahora