Capítulo #3: Desconocidos

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La plataforma vibraba mientras la chica estaba tendida en aquella parte trasera de esa camioneta, el dolor detrás de su cabeza se había intensificado pero cuando intento guiar su mano hacia la zona descubrió que no podía mover sus manos. Al sentir esto abrió sus ojos de golpe dándose cuenta no solo de que estaba atada por las muñecas, sino también de las cuatro personas que estaban sentadas en la parte descapotada de la camioneta, quienes seguían hablando sin prestarle atención. Ellos sabían que ella no podría escapar. Al frente conducía alguien más cuyo rostro no pudo ver y al lado de este veía a la pequeña niña que había seguido en el mercado.

La camioneta se abría paso entre aquellas desordenadas vías a una velocidad inconstante, ya habían pasado unos quince minutos en el que ni por un instante intentó luchar la chica. Prefirió guardar sus fuerzas para cuando fuera útil y no desperdiciarlas intentando escapar. Los cuatro frente a ella habían pasado todo el rato hablando de cosas sin sentido o que ella no podía entender; referían a nombres sin sentido, mencionándolos con admiración.

El primer hombre era alto robusto y hablaba lento, pero cuando él hablaba los demás callaban. Durante el viaje pudo escuchar que lo habían llamado Roland, la chica tenía una memoria excelente así que no se le hizo difícil identificar a los demás cuando hablaban entre ellos.

El segundo chico solo vestía ropas negras y sostenía el bate en sus manos, era él quien la había golpeado. Entre ellos lo habían llamado Harold. A su derecha estaba la tercera persona, era una chica de cabellos negros y liso que caía como cascada sobre sus hombros. La llamaban Verónika, compartía bromas y la mayoría del tiempo era el centro de atención de ese lugar. El último chico solo estaba sentado ahí sin más, parecía incómodo no solo por la situación si no con quienes lo rodeaban. Lo apodaban "mudo", aparentemente no había compartido ni su nombre con esa gente. La chica solo se dedicó a mirarlos, escuchar sus comentarios, sus chistes, estudiarlos bien. En aquel mundo era una gran idea permanecer en grupos pero era una pésima idea estar con gente que no conocía y que aparentemente la habían secuestrado.

La camioneta se movió con dificultad por las calles durante unos veinte minutos hasta que solo frenó frente a una estación de metro, la cual conectaba con casi todas las líneas de aquel sistema de subterráneo. El chofer se bajó atento a cualquier movimiento con un simple revolver clásico en sus manos; solo cuando fue seguro ordenó a los demás bajarse. Todos atendieron la orden con gran velocidad. Roland y Harold bajaron sosteniendo un rifle y el bate respectivamente, Veronika bajó con su cuchillo entre sus manos sosteniéndolo muy fuertemente y abrió la puerta de la niña que iba de copiloto. La pequeña bajó rápidamente y camino junto a Veronika, Mudo ayudó a la chica a levantarse y la llevo junto a él, aún atada de manos.

-¿Están seguros que era esta estación?-preguntó Harold un poco desconfiado de su entorno.

-Tienes dos opciones Harold- Respondió Veronika amenazante- Avanzar junto a nosotros o entregarnos tu bate y quedarte aquí como sacrificio para ellos, así seria mejor identificar el lugar: la única estación con un cadáver en la entrada.

A todos se les heló la sangre con aquella amenaza. Aunque Veronika era la única mujer de aquel grupo, era la más fuerte psicológicamente. Había presenciado como habían devorado a todos los miembros de su familia, en ese momento solo pudo huir pero no por eso protegería a los inútiles.

Todos descendieron a la estación, caminaban a oscuras lo que producía un profundo temor en la chica. No conocía a nadie e iba a atada, si se presentaba la oportunidad no dudó que la entregarían de carnada.

Tardaron apenas unos segundos en bajar las escaleras y alumbraban solo con su celulares. Se habían transformado en unos aparatos inútiles pero eran unas linternas muy ligeras y mientras menos peso sostuvieran mejor. Apenas alumbraban unos metros y sus pasos emitían eco por todo el lugar, solo oscuridad y un incesante sonido de sus propios zapatos los acompañaron mientras caminaban por la estación. La chica pudo notar que no estaban explorando, ya habían estado en aquel lugar. Sólo buscaban el lugar correcto. Un enorme tren yacía inmóvil en la estación esperando a los pasajeros que mas nunca volverían a pasar por él. Todos entraron en aquel viejo cadáver metálico, se abrieron paso hasta el último vagón que tenia la puerta abierta por la cual todos pasaron y bajaron a las vías.

Ahora el camino sería no solo más peligroso si no también más oscuro. Los cables sueltos en los rieles aun emitían chispas y se contorsionaban entre ellos. Si había electricidad por qué no solo activaban las luces, se preguntó la chica mientras maniobraba por el oscuro túnel.

Habían caminado un total de siete estaciones. Todas estaban clausuradas y estaban a oscuras. En la octava estación por fin habían escogido un camino diferente, subiendo de las vías y caminando a las zonas administrativas. Los pasillos administrativos eran laberinticos pero había luz. Cuando por fin dejaron de caminar habían llegado al comedor de la estación. En ese lugar estaban cuatro personas, todos ancianos y devoraban la comida que estaba servida en la mesa. Lo más desconcertante era la estatua realista de una persona detrás de ellos en la cual se veían todos sus músculos al rojo vivo pues no tenia piel sobre éstos y sobre su mano derecha sostenía un corazón de piedra.

Veronika avanzó y susurró al oído del anciano que estaba sentado en la mitad de la mesa, luego voltearon a ver a la chica que aún estaba atada de manos. Después de una serie de órdenes que no alcanzó a oír, la guiaron hacia un cuarto lleno de casilleros y desataron sus muñecas para dejarla sola de nuevo. Harold le había dicho que cuando estuviera lista fuera otra vez al comedor.

En el silencio de aquel cuarto la chica solo pudo pensar en aquella pesadilla en aquel mercado, en aquella niña, en aquel golpe y que cuando despertó ya estaba junto a personas que jamás había visto. El silencio no la reconfortó. Sentándose en el banco, rompió en llanto.

Luego de unos minutos, habían terminado de caer sus lágrimas y sus sollozos habían cesado. La chica se levantó del banco y abrió los casilleros uno a uno. Primero, encontró una camisa la cual sostuvo en sus manos y se la midió por encima; era roja y de botones pero se veía mucho mas cómoda que la rasgada camisa que llevaba puesta. Se la quitó y se colocó la roja, abrochando los botones de abajo a arriba, dejando una pequeña parte abierta para su comodidad. Botó la anterior camisa y siguió revisando casillero por casillero. En uno superior encontró una multi-navaja de bolsillo la cual guardó, era mejor ser precavida antes de que algo peor pudiera pasar.

Cuando iba a salir de la habitación, la pequeña niña entró con una botella de agua en sus manos. Era bajita, llevaba un gorrito de orejitas de conejo sobre su cabello rubio, pero en su mejilla se veía claramente la marca de un golpe.

-¿Quieres un poco?- Le pregunto la niña ofreciendo su botella de agua- ¿Eres Christie, verdad? Me llamo Ángela

La chica agarró la botella de agua.

-Mi nombre es...-intentó recordar su nombre mas no pudo. Luego recordó el nombre que estaba en aquella chaqueta en el mercado- Sí, me llamo Christie -dijo dudosa-¿Cómo lo supiste?

- Cuando te encontramos llevabas una chaqueta con ese nombre pero no pareces muy segura de ello- le respondió Angela acercándole el agua.

-Sí, ese es mi nombre - respondió Christie segura, agarrando el agua y tomando un sorbo- ¿Cómo llegaron hasta acá?

-La verdad, llevamos un tiempo en este lugar- contestó Ángela- Al principio estaba sola, huyendo de los monstruos. Estaba en la escuela ese día, pero luego los monstruos llegaron. Era como una pesadilla-decía mientras su voz se quebraba- pero Veronika me encontró y me ayudó. Es mi nueva hermana, fue a las semanas que encontramos a los demás. Veronika dice que no salga de mi cuarto si ella no me lo pide, son personas peligrosas-sus dedos pasaron por el golpe de su cachete- No confíes en ninguno, Veronika me dice que no es de los monstruos de quienes debo preocuparme. Son de las personas.

Christie sintió un frio subiendo por su médula.

-¿Quién te hizo...?- no pudo resistir preguntar Christie.

-Fue él- dijo Ángela- Lo llaman el líder. Yo le digo monstruo. No confíes en nadie - le repitió, agarrando fuertemente el brazo de Christie y temblando- Pero sobre todo, no te acerques a la estatua que sostiene el corazón.

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¡¡¡SIIIIIII!!! Nueva actualización :3 Espero les guste este capítulo tanto como a mí (buen trabajo AHSLannister :D), lleno de suspenso y caras nuevas. Finalmente, nuestra misteriosa protagonista tiene nombre n___n Me gustaría saber que opina así que no se olviden de comentar en cada capítulo <3 Besos y abrazos

-Broken Soul


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