Capítulo 40

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No estuve en desacuerdo con Nash, aunque su definición de "don de convencimiento" sería algo así como "retenerme en sus brazos para no dejarme escapar".

Miré los mimos que Nash y Sharon se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.

Hayes me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Le tomé la muñeca y lo dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos está en nosotros. Lo último que quería era que Sharon y Nash pensaran mal acerca de Hayes y de mí, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.

Hayes se sentó en mi cama y yo me quedé recargada a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.

-Me imagino que te divertiste mucho –dijo.

-Como nunca –admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado-. ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Sharon?

Sonrió.

-Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola –confesó.

Me tumbé sobre la cama, suspirando.

-¿Te confieso algo? –musité.

Hayes se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.

-Dime.

-Amo a tu hermano –susurré, como si ellos pudieran oírme.

Hayes rió.

-Cuánto lo siento –me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.

• • • • • •

Conforme pasaban los días, la culpa no desaparecía sino que, por el contrario, iba aumentando.

Caminé por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de los Agnelli, donde se encontraban una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme.

Aunque esta vez hablar con Ferni no sería tan sencillo ya que Cameron me acompañaba. Se ofreció en seguida de que me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá.

Le miré.

-¿La invitarás a salir? –pregunté.

-¿Crees que diga que sí?

-Por supuesto que sí.

-¿Crees que le guste?

-Eso... averígualo hoy.

Cuando llegamos, Cameron se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido pero los ojos avellana de Ferni brillaron al verlo. Me hice a un lado para no obstruir la vista y la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras.

Me aclaré la garganta, haciéndome notar. Ferni me miró al instante.

-Oh, ______, HOLA. ¿Nuevas fotos?

Le sonreí, dándolo por hecho.

Les di la oportunidad a Ferni y Cameron de hablar y esperaba que Cameron realmente la invitara a salir, mientras que yo me encontraba revelando las fotografías. Cuando hube terminado, las puse en una pila y las miré una por una.

Eran como veinte fotografías, y la mayoría tenían una cosa en común; el rostro hermoso de Nash. Se me había vuelto como una obsesión retratarle, era como para guardar el recuerdo o al menos tener una prueba de que los momentos a su lado habían sido reales.

Manual de lo prohibido [Nash Grier]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora