Capítulo 2

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Anya

Corrí, corrí como nunca antes lo había hecho, atravesé pasillos, empuje, y choque, lo único que me importaba era estar lejos del matón de la escuela, para cuando llegue al estacionamiento de la escuela me sentí la persona mas feliz del mundo, a mi lado solo estaba Lucia con una sonrisa boba en la cara.
-Te diría que estoy preocupada, pero eso es lo mas genial que he hecho en mis siete vidas- bromeo, mientras recuperaba aire.
Reí, algo vibro en mi bolsillo, lo saque y tenía la pantalla iluminada:
Sally
"Anya, tengo problemas en el laboratorio, la mama de James va a pasar por ustedes para llevarlos a comer. Suerte! Nos vemos mas tarde."
Sonreí animada, hace tiempo que no iba a la casa de James, cuando levante la vista Nash caminaba hacia mi apresuradamente, a pesar de que éramos hermanos no nos parecíamos en nada, mientras él tenía el pelo negro y lizo, que había heredado de mi padre y unos hermosos ojos azul profundo, yo tenía el cabello marrón con rizos, y los ojos esmeralda de mi madre.
-Anya! Que mierda hiciste!
-Nash lo siento no hay tiempo, vamos a comer con James, te lo explico luego.
Una sonrisa maliciosa ilumino su rostro, no era un secreto que la mama de James era increíblemente guapa, y que se había divorciado desde hacía tiempo.
-Controla tus impulsos Nash-dije propinándole un empujón en el hombro.
Un coche negro paró justo delante de nosotros, nos despedimos de Lucia y subimos rápidamente para no hacerla esperar.
Durante el trayecto hablamos de cosas triviales, sin embargo cada vez que Teresa sonreía o negaba con la cabeza, Nash parecía que estaba apunto de babear o de lanzar un suspiro dramático.
-¿Quieres que te preste un vaso? Por lo de la baba digo- le susurre al oído, estuvo apunto de darme un empujón pero por suerte llegamos ala casa y pude salir huyendo.
James nos abrió, con su típica melena rubia despeinada y su sonrisa contagiosa.
-Anya!
-James!-salude contenta.
Nos abrazamos como si fuera la primera vez que nos veníamos en años, pero la mirada de Nash nos taladraba.
-No te procures bro, sabes que a ti también te amo.
Y entonces Nash pareció complacido.
La comida fue deliciosa, y cuando les conté mi gran aventura todos rieron con unas buenas carcajadas.
-Eso fue cruel Anya- dijo Teresa pero lo decía mas divertida que enfadada.
Ante la palabra cruel, James y yo nos miramos para recitar al unísono:
-PERO CRUEL ES BUENO.
Lo que desató otra oleada de risas. Ese estallido de carcajadas me provocaba esa maldita sensación que que tenía cada vez que estaba con ellos, como si volviera a tener a mi familia de nuevo, como si aquella accidente no fuera mas que un horrible y borroso recuerdo.
Pero no era así, y lo sabia, ambos lo sabíamos.
Como si leyera mi mente Nash deslizó su mano y la apretó contra la mía, ese gesto que había hecho durante tantos años y que sin embargo me hacia sentir segura.

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