Caminaba a paso ligero por la calle apenas iluminada por las luces amarillentas de las farolas, combinadas con la luz blanca de la luna llena sobre el fondo azul oscuro del cielo, se imaginaba que la noche era fría por lo abrigada que iba la poca gente que se cruzaba a esas horas, aunque en realidad poco le importaba eso, nunca había sentido lo que era el frío. Se sentía menos cansado que antes, había podido dormir un par de horas y había comido algo, pero se sentía igual de preocupado, por eso intentaba darse prisa en llegar. Cruzó un parque para acortar distancia a su destino, ya estaba cerca del hospital, casi podía ver las luces blancas del cartel desde donde se encontraba.
De repente escuchó un silbido a su espalda, grácil y sutil, y después le llegó un aroma, una fragancia que conocía a la perfección y que le hubiera acelerado el corazón si lo tuviera.
Paró en seco, dudando si girarse y plantarle cara o simplemente ignorarlo, pero la curiosidad y la expectación le hicieron echar un vistazo hacia atrás, además que de poco servía ignorarle, si él estaba ahí no había mucho que hacer, era como una rutina, un círculo vicioso. Muy vicioso.
Se dio la vuelta con calma, resignado, el parque estaba completamente vacío, el único movimiento que se veía era el vaivén de las hojas al viento y las luces de algunos coche al pasar por el lateral, pero sabía que estaba ahí, en algún sitio entre las sombras, completamente camuflado, entreteniéndose con él como hacía siempre.- Déjalo ya, no tengo tiempo para tus juegos.- Dijo a la nada, aunque sabía bien que le estaba escuchando. Suspiró entre exasperado y cansado al ver que no obtenía respuesta.
Volvió a girarse, dispuesto a seguir su camino hacia el hospital, encontrándose de frente con la persona que buscaba. Se quedaron durante un par de segundos ahí parados en medio del parque mirándose, reconociéndose.
El moreno tenía las manos en los bolsillos de su sudadera, en una pose relajada, vestía completamente de negro de arriba abajo, facilitando el poder mimetizarse con el entorno, listo para cazar.- ¿No me has echado de menos, Hae?.- Preguntó en tono irónico el recién llegado con una sonrisa burlona, acortando la distancia entre ellos con su andar elegante y sugestivo.
- Por supuesto que no.- Respondió obvio, como si el otro hubiera hecho la pregunta más tonta del mundo.- Además tengo prisa, así que si me disculpas...
Donghae lo esquivó con gracia, pero el otro no se iba a rendir tan fácilmente, por supuesto que no lo haría. Lo apresó por la muñeca y tiró de su cuerpo hacia el suyo bruscamente, haciendo que quedaran pegados. Su respiración se entrecortó, sus cuerpos a centímetros de distancia, sus labios no se rozaban por milímetros. El brillo de la luna se reflejaban en los ojos de Hae, haciendo que el castaño de sus ojos se volviese pardo.
- Eunhyuk...- Susurró sobre sobre su boca, totalmente tenso y deseoso.
El aludido sonrió ladino, rozó con la punta de su nariz la contraria, pasando por su pómulo izquierdo hasta el cuello. Donghae tembló, atento a los movimientos del otro, totalmente paralizado. Pensaba en decir algo, en protestar y empujar a Hyuk lejos de él, pero un beso húmedo en su clavícula detuvo todas sus cavilaciones.
- Yo sí te he echado de menos.- Murmuró pasando la lengua lentamente por la piel descubierta del cuello de Hae.
- No mientas.
- No lo hago.- Replicó Eunhyuk con convencimiento.- Te he echado mucho de menos.
Se miraron unos segundos fijamente, Hyuk paso su mano derecha por la nuca del castaños, deteniendo el proceso de evaluación que Hae le estaba dando a sus palabras y acortó la distancia entre ellos, estrellando sus labios con vehemencia.
Se besaron con avidez y voracidad, enredando sus lenguas, saboreandose como tantas veces habían hecho. El castaño se aferró al cuello de Eunhyuk y éste a su vez a su cintura, empujándole hacia un árbol cercano, apresándole entre éste y su cuerpo.
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Después de medianoche.
FanfictionCuando el Sol se esconde y la Luna observa majestuosa. Cuando las sombras se funde con la oscuridad y todo se vuelve menos nítido. Cuando nadie presta atención, ellos despiertan, acechan y cazan. Porque la sed les llama, rugiendo en su interior. Por...