Capitulo 35

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Iba molesta mirando a un lado, no podía creer todo eso, no podía creer que luego de toda esa mierda estuviera allí, con él, mientras conducía sin un rasguño, no había visto a los demás ya que la multitud que se aglomero frente a ella le había impedido la vista de la pelea y cuando esta termino el salió del circulo, le tomo de la mano y la monto en la camioneta. Justin parecía que había recibido mucho viendo en el cabello y nada más. Aunque estaba serio y apretaba el volante con sus manos.

Verlo allí le provoco un pavor horrible, lo había visto pelear en muchas ocasiones y era un buen peleador, ágil y veloz, con puños que derribaban a cualquier de un solo golpe, no era corpulento, pero tenía mucha fuerza. Sintió pena por Ian y sus amigos, ya que aunque no les vio, sabía que ellos no habían acabado nada bien.

Miro a Justin más molesta aun cuando recordó aquel beso que le propino la Barbie cocteles, en su cara, y luego de que le besara, no tenia amor propio ni un poquito, porque había querido irse a su casa, pero la había arrastrado y ella como el muñeco del titiritero había subido sin dar guerra y allí estaba.

-Escúchame bien, iremos a tu casa, subirás a tu habitación, dirás que estas cansada e iré por ti.-dijo sin mas mientras se aproximaban a la entrada del residencial, le miro atónita, no dijo nada, pero no pensaba ir con él, dejaría su balcón cerrado y fingiría que se había quedado dormida. Al día siguiente solo sería cosa de ignorarlo.

Cuando aparco en su garaje ella salió sin decir nada, tomo su móvil mientras iba entrando a la casa y le marco a Ian. No respondía.

En la sala de estar estaba su tío, Dexter, saludo, le abrazo, converso por al menos diez minutos, no tenía prisa de ir a su dormitorio y no quería, aunque estaba cansada.

Mientras subía las escaleras lentamente luego de despedirse de los demás, alegando cansancio, iba escribiéndole un mensaje a Ian, estaba molesta por todo eso, sabía que no tenían que haber ido a ese bar de mala muerte, a ese lugar olvidado de la mano de Dios. Presentía que podían haber problemas y no se equivoco, ahora solo esperaba que el no estuviera en un hospital.

Entro a su dormitorio y miro la puerta del balcón, estaba cerrado, suspiro serenada y sonrió.

Saco toda su ropa, puso a coger la tina con agua caliente y luego entro, amarro su cabello y se acostó allí, no quería pensar mucho, así que salió envuelta en la toalla dispuesta buscar algún libro y entrar otra vez, pero cuando salió, estaba el balcón abierto, ropa en la cama y su vecino entrando por este. Su corazón dio un brinco y volvió a su lugar con latidos desenfrenados.

-¿Cómo?-susurro apretando la toalla.

-Tengo una lleve.- explicó de lo más natural. La miro desde el cabello hasta los pies descalzos.-Estas para lamerte... ponte esa ropa, nos vamos.

-No pienso ir a ningún lado contigo.-la cara del rubio se desencajo.

-¿Que dijiste?- se asusto cuando camino hasta ella. Intento correr al baño y encerrarse, pero la tomo por la cadera.- Maldita sea, _____ huyes de mí como si fuera hacerte algo malo, solo quiero hablar... solo quiero estar contigo...- se removió inquieta.

-No quiero...-confeso.-Ya no...

-Vamos nena... no me pongas las cosas difíciles, estoy que reviento, esa pelean lejos de sacar la mierda de mi me altero mas, así que si no quieres que me ponga como loco, ponte la maldita ropa que te he escogido y vámonos.

Por lo lento y carente de paciencia que hablo, ella solo asintió. Se cambio delante de él, muerta de miedo, aunque no lo dijera, así era, el decía que quería hablar, pero ¿Por qué no hacerlo allí? o en su habitación ¿A dónde quería llevarla? ¿Porque estaba tan extraño? no quería irse con él, sabia de lo que era pacas, por eso no quería resistirse, y una parte de ella quería ir, era una masoquista.

En la oscuridad - Dirty sexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora