Capítulo 1

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Este es al fin mi último año de carrera, y ya lo estoy empezando con mal pie. Comparto piso con dos compañeras desde que empecé los estudios, dos compañeras que se han convertido en mis amigas. Esas mismas que se van de Erasmus este año para dejarme sola. En el fondo sé que no es así, lo hacen para terminar sus estudios, pero ese es mi modo de verlo en estos momentos. Las echo de menos.

Tom es uno de mis nuevos compañeros de este año. Un chico que llama la atención, no solo por su imponente físico, sino porque tiene una sonrisa deslumbrante y unos grandes ojos castaños que, junto a esa hermosa maraña de pelos castaños también, hacen que se te olvide en que mundo vives. A simple vista se le ve muy presumido. Las pocas veces que hemos coincidido, ha llevado el pelo arreglado, y ropa elegante y bien conjuntada.

Hemos estado desde las nueve de esta mañana limpiando nuestro nuevo piso. Me encanta el de este año, cada habitación está decorada con un estilo diferente. La de Tom está entre el cuarto de baño y mi habitación. Es grande, luminosa, y la ventana da al parque de detrás del edificio. Desde ahí se tienen las mejores vistas de todo el inmueble. Debajo de la ventana hay un escritorio, en el que reposa una foto de Tom y su familia. Mi compañero tiene los rasgos faciales parecidos a los de sus padres, y su hermana es una réplica exacta de él. A un lado de la habitación se encuentra la cama, que con las dimensiones corporales que tiene Tom, se le hace pequeña, y en la otra esquina de la habitación se encuentra la estantería, donde los libros de medicina de Tom ocupan todo el espacio.

Mi habitación es la única que tiene una cama de matrimonio, creo que es lo más bueno que me ha pasado este año, ya que no tengo con quién compartirla. Aunque tampoco es que tenga muchas ganas de tenerla después de todo lo que he pasado en estos meses. También hay una ventana, pero ni por asomo se aprecian las asombrosas vistas que desde la de Tom, sin embargo, entra la misma claridad.

El tercer dormitorio es parecido al de mi compañero, y pertenece a Úrsula. Nuestra otra compañera de piso que no me da muy buena espina. Es una mujer morena de pelo oscuro y ojos color almendra. La melena le cae por la espalda y tiene un buen físico. Parece una chica simpática y agradable, pero lo que no me gusta es lo que veo en el fondo de sus ojos.

Hoy es nuestro primer día juntos. El de Tom y mío. Úrsula no llega hasta dentro de 48 horas, así que estamos aprovechando un poco para conocernos. Él me habla sobre sus formidables vacaciones en Alemania con su familia, y yo mi desastroso verano, que incluyen un ex, unos cuernos, y una enorme pelea.

—¿Carola, quieres que pida comida china para esta noche? Así puedes contarme con detalles tu alucinante verano —el muy cabrón intenta esconder una carcajada cuando ve la cara que le pongo—. Bueno, tú puedes llamarlo como quieras, a mí me parece interesante, más que estar un mes entero soportando a una panda de viejos que solo quieren beber y pasárselo bien, y sus hijos que no paran de hacer diabluras.

—Eso no lo dices en serio. Qué más quisiera yo haber pasado unas simples vacaciones con mi familia, y no una pesadilla de verano —lo miro, y está concentrado quitando el polvo del televisor.

—Vaya, parece que hace tiempo que nadie limpia esto —su cara de asco se ve reflejada en la televisión que ahora parece nueva—. Creo que con esto ya hemos acabado por hoy. Mañana podremos dedicarnos al cuarto de baño, y también podríamos subir a la azotea a ver con qué nos encontramos.

—Sí, creo que por hoy ya he tenido suficiente —digo mientras me quito los zapatos y me acomodo en una esquina del sofá.

Tom parece agotado. Se nota en sus ojos, los tiene un poco decaídos, y yo igual. Así que esa comida china no se me hace tan mala idea. Necesito despejarme y desahogarme un poco, aunque sea con este tío guapo.

Hasta que llegaste tú. Mi destino. (Parte 1/2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora