Tristán se queda quieto en la puerta del baño. Observándome detenidamente.
—Carola...
Parece enfadado, pero solo puedo prestar atención a su boca cuando pronuncia mi nombre. Jamás he oído nada parecido. Las sílabas bailan en sus labios, y un escalofrío recorre mi cuerpo en ese mismo instante.
Antes de que me dé tiempo a reaccionar, oigo a Tom gritar desde el pasillo.
—¡Te he dicho que esperes, Carola está duchándose! —exclama Tom mientras agarra a Tristán del brazo y tira de él intentando moverlo.
—¡Piérdete! —gruñe Tristán mirándolo a los ojos mientras libera su brazo con facilidad.
Y yo me quedo petrificada. No sé qué hacer. Estoy envuelta en una simple toalla, y delante de mí hay dos hombres que observándome expectantes. Intento buscar alguna palabra que pueda expulsar de mi boca, y así hacer que reaccionen, pero no puedo hacer más que quedarme boquiabierta ante lo que estoy presenciando.
—Por favor, Tom, ¿podrías dejarnos solos para hablar? —Inquiero con las mismas palabras con las que él consiguió antes quedarse a solas con esa odiosa mujer, para finalmente sonreírle de oreja a oreja.
—Claro, Carola.
Antes de irse me devuelve la sonrisa, lanza una mirada asesina a Tristán, y éste no le quita los ojos de encima hasta que se cierra la puerta de la habitación de Tom. Después gira sobre sí mismo, posa su mirada en mí, y siento cómo se me para el corazón por un instante.
—Vístete, Carola. Cuando estés visible hablaremos —dice guiñándome un ojo antes de cerrar la puerta tras de sí.
Cuando al fin me quedo sola en el baño, empiezan a fluir los pensamientos por mi cabeza. ¿Por qué ha venido hasta aquí? Sabe que he salido corriendo cuando lo he visto con esa mujer, y ha venido detrás de mí. Pero, ¿dónde estará ella ahora? La verdad es que no lo sé, y ni siquiera creo que me importe. Solo me interesa que Tristán está fuera esperándome.
Con ese último pensamiento, y sabiendo que Tom también está ahí fuera, me coloco deprisa el pijama, y salgo del cuarto de baño antes de que empiece a avergonzarme de las pintas que tengo.
Salgo al pasillo, y mis ojos buscan con impaciencia a ese hombre que me está esperando. Noto su presencia, puesto que los vellos de mi cuerpo se erizan con su cercanía. Y para mi sorpresa, cuando llego a mi cuarto, lo diviso en mi cama sentado. Todavía está un poco sudado, pero su respiración es normal.
Tristán se queda mirándome fijamente mientras entro y cierro la puerta tras de mí. Es más guapo de lo que recordaba, si es que eso es posible, y es en este mismo instante cuando decido que este Dios de ojos azules que tengo en mi habitación, tiene que ser mío.
Antes de que me dé tiempo a sacar alguna conclusión más, se levanta, y se sitúa frente a mí.
—¿Por qué has seguido corriendo después de escuchar que te llamaba?, he tenido que dejar a Ícaro con Rubí para venir a buscarte —pregunta con cierto tono de enfado.
—Es que te he visto con... y creí que... —tartamudeo dirigiendo mi mirada al suelo.
En estos momentos me siento bastante estúpida. No tengo ninguna relación con él para ponerme así, y lo más importante, mi cerebro ha pensado demasiado rápido que ellos sí la tenían.
—Carola —veo cómo se dibuja una sonrisa en su boca—, Rubí y yo no tenemos nada. Por mi parte, ella es solo una amiga —no me termina de convencer esa última frase que sale de sus labios, pero no me queda otro remedio que creerlo.
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Hasta que llegaste tú. Mi destino. (Parte 1/2)
RomancePrimer libro de la bilogía "Hasta que llegaste tú". El segundo se titula "Mi debilidad". Algunos creen en las casualidades, y otros piensan que todo lo que ocurre es consecuencia del destino, y se empeñan en perseguirlo cuando ven que se les escap...