fue entonces que me percaté de que una lágrima había
escapado de mis ojos y había llegado hasta mis labios.
Estaba llorando.
Allí estaba y no era un sueño, una ilusión o una cruel
jugarreta de mi mente. Entonces capté que colgando
del edificio, había un enorme cartel que decía “Nessuna
fuga di nuovo” con grandes letras azules. No sabía qué
decía, jamás había aprendido italiano, pero cual fuera
el mensaje, me impedía moverme, quería permanecer
allí, observándolo.
Hice una comparación, y mi exposición salió perdiendo.
Harry era hermoso, en todo sentido que pudiera verle;
su voz, su rostro, su cuerpo incluso, así usara el
atuendo más ridículo del planeta. De pronto, un
pensamiento me cruzó por la mente, ¿existía la
posibilidad de que él me quisiera a mí? ¿Tan sólo a mí?
Tenía que haber una razón por la que en este momento
estuviera allí, cantándome esas hermosas palabras que
me llenaban el alma, ese “por siempre” que agregó a
su melodía, pero, ¿todo ello era verdad? Y si lo era,
¿acaso no seguiría siendo malo? El recuerdo
desgarrador que aun no me abandonaba, era aquel en
el que veía los ojos hinchados y rojos de Sharon, la
tristeza en su rostro y la radiografía de su alma hecha
pedazos. ¿Es que yo podía ser tan cínica como para
terminar de arrebatarle lo que más amó?
Miré de nuevo a Harry y otra lágrima corrió por mi
mejilla. Ni siquiera yo misma me entendía; si él me
quería y yo lo amaba más que a mi vida misma, ¿cómo
podíamos estar juntos? ¿El dolor de Sharon era el
precio a pagar? Me lastimaba querer hacerlo para
estar con Harry, no podía ser tan egoísta, ¿o sí? Era
verdad que había pasado el tiempo, pero aunque para
mí fuera eterno, en realidad no había sido bastante. En
dos meses nadie sana una herida, y mucho menos si
es tan profunda como la que yo había hecho. ¿Es que
nunca podría llegar a estar con Harry? ¿Ser feliz con él?
¿Tenía que conocerlo? Pero tampoco podía ignorar
todo este amor que me quemaba por dentro, me hacía
hervir la sangre y que ya hasta dudaba me cupiera en
el corazón o en el cuerpo entero.
Sentí a Jesse a mi lado.
-Dile que no es demasiado tarde –me susurró y la
gente volvió a mí alrededor, volví a la realidad que me
asfixiaba.
Dí una rápida mirada a Jesse y luego la volví a Harry; el