Noviembre cinco.

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Los besos no saben igual,
se mezcla el humo con las palabras de despedida,
y las lágrimas sólo quieren acabar muriendo
en la comisura de los helados labios trémulos.
Noviembre rompe las ventanas de su habitación,
empapa las sábanas en ocre tono melancólico.
Frío.
Solo siente aquello que remotamente fue calor,
pues quema en su pecho al afilar las alas de las mariposas
buscando huir.
Noviembre ha olvidado el significado de la esperanza
y el tapiz turbio de las aceras bate los cristales de las ventanas
de su fría habitación.
Ella siente frío y quiere ser noviembre.

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