Part. 46

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  Barbara.

Pasado mañana. Será el gran día. O puede que el peor. Pero quiero  pensar en positivo. Pasado mañana operarán a mi padre y decir que estoy  nerviosa es poco. No paro de moverme, mi madre me saco del hospital  porque le estaba contagiando ese nerviosismo a mi padre, a pesar de que  sigue sin hablar, ya que cuando lo hace le duele o no le hacen bien las  palabras.

Cuando pienso en eso intento ser fuerte para no llorar.



  Porque tengo que ser fuerte. O al menos eso es lo que me dicen todos  "se fuerte esto pasara" "se fuerte por tus padres" "eres mayor, tienes  que ser fuerte". Pero no saben que ser fuerte cuesta y a veces duele.


  Cuando llego a casa no encuentro a mis abuelos allí, supongo que  estarán en el hotel o de camino al hospital a ver a mi padre, me fijo en  que la abuela me ha preparado la comida, lasaña, la caliento  rápidamente, estoy muerta del hambre, con los nervios no me había parado  a pensar en la comida, pero verla se me hace agua la boca.

Me siento en  el sofá y enciendo la tele, hace tanto que no me siento tranquila,  comiendo como solía hacer antes viendo los Simpson, se me escapa una  lagrima. ¿Por qué todo tiene que ser tan jodido? Sacudo la cabeza, no es  momento de debilidad. Tengo que ser fuerte. Esto pasara. Mama lo  prometió, mi abuela también.



Cuando termino, muy rápido  por cierto, friego los platos, me tiro en el sofá e intento dormir un  poco. Prácticamente en los últimos días no lo he hecho, cosa que tiene  preocupada a mi abuela porque tiene miedo de que me termine enfermando.  Pero ¿Cómo hacerlo? Mi ruptura con Justin, a quien joder no niego que  extraño, mi padre todavía allí, postrado en una cama y mi madre que  tiene unas ojeras marcándole media cara, ¿Cómo estar bien? Suspiro  profundamente, quizás contar ovejitas me ayude a dormir.


  Escucho el timbre, pero lejano, me da igual y sigo sumergiéndome en mis  sueños. Pero vuelve a sonar con más insistencia. Me levanto bruscamente,  quizás sean los abuelos, pero que sepa ellos tienen copia de la llave,  quizás se la dejaron. Me acerco a la puerta y sin ver por la mirilla. Me  quedo perpleja al ver quien esta allí.


- Ryck- susurro asimilándolo


  Él me mira sonriendo algo apenado, se ha dado cuenta de que estaba  durmiendo, me acomodo el pelo y miro sus manos. Sostiene un ramo de  rosas rojas. Mis favoritas. Estoy incrédula.

¿Esto es para mi?



  - Hola- dice bajo- emm... esto es para ti- dice y estira la mano  ofreciéndome el ramo, estoy apunto de cogerlo pero me arrepiento.

- ¿Qué haces aquí?- le pregunto cortante y me cruzo de brazos- creí que las cosas estaban claro entre nosotros

  - Ya... bueno yo... - él mira a otro lado, parece avergonzando y  entristecido, me dan ganas de saltar a sus brazos y decirle lo tonto  que es, comérmelo a besos y... ¡Dios, no! Él te engaño, recuérdalo.

- Ryck, ¿Qué quieres? Dime.

- A ti. - susurra y me mira a los ojos- por favor, hablemos

- No, Ryck. No hay nada de que hablar. Adiós- cuando estoy apunto de  cerrar la puerta él la detiene, forcejeamos un poco, pero es inútil, él  termina entrando en casa y cierra la puerta- vete

- No- dice son el semblante serio- no me iré hasta que hablemos

- Ryck...



  Él no me deja seguir hablando, tira el ramo al suelo y me estampa  contra la pared con delicadeza y me besa. Intento separarme de él, pero  no me deja, pone mis manos por encima de mi cabeza y baja sus besos por  mi cuello.

The Shark & The Little Fish Donde viven las historias. Descúbrelo ahora