Cobarde, era una cobarde;
quería acabar con su vida más no se atrevía;
noche tras noche lloraba,
tomaba una cuchilla y se abría la piel,
pero no mortalmente, no encontraba el valor.
Estaba tan cansada de la vida,
demasiado larga para ser tan repetitiva,
aburrida...
Qué castigo que es vivir!!!
Qué lamentable no atreverse a partir;
no encontraba el valor para partir por ella misma,
sin embargo, los brazos abiertos mantenía a la partida,
no le temía, la quería, la deseaba más que a nada,
quería acabar con esa obra tan aburrida,
distintos rostros para cada día,
sonrisas fingidas, amistades hipócritas,
lo mismo día tras día, vida aburrida.
Ella estaba tan cansada, tan vacía,
ansiaba la partida, nadie la entendía.
Disfrutaba de los días de lluvia,
quería quedarse en un rincón, mirando a la nada, pensando en todo.
Un botón, un maldito botón de apagado suplicaba,
desconectarse del mundo y de toda la mierda que tenía que soportar.
Muerte, muerte, muerte;
veía la muerte como unas vacaciones,
como un descanso de su cruda realidad.
Recorrer los pasillos de su instituto y esquivar cada mirada,
un grupo para pasar desapercibida,
pero cuánto querría quedarse leyendo en un rincón, alejada de todo y de todos,
alejada de los dedos discriminadores,
alejada de donde no encaja,
de donde se siente más vacía de lo normal.
En su casa, era parte de la decoración de su habitación,
nula comunicación con su familia,
ellos la veían tan bien...
se creían sus mentiras y sus sonrisas fingidas,
su propia familia...
En las noches, suplicaba por quedarse dormida,
pensamientos la invadían,
ya no era el monstruo bajo su cama,
sino el monstruo en su cabeza,
su baja autoestima y pensamientos suicidas.
Lágrimas, lágrimas y lágrimas,
cuchillas y sollozos;
se aferra fuertemente a su almohada,
y cuánto querría estrecharle la mano a la muerte.
Cobarde, que deprimente,
verla tan desdichada
e incapaz de abrirle paso con sus propias manos a la muerte.
Cobarde,
seguirá sufriendo,
es incapaz de matarse,
cobarde, era una cobarde.
>> Soy una cobarde <<
