Capítulo 1. No me llames así.

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Esto era ridículo.

¿Cómo se suponía que iba a pagar por algo tan caro si a duras penas lograba pagar la renta del mes?

Pero claro, la beca no incluía los materiales que cada estudiante debía conseguir para los proyectos y mis fondos estaban algo en rojo por este mes. Definitivamente tendría que pensar en algo más o reprobaría la materia. Metí mis manos dentro de los bolsillos de mi chaqueta y enterré el mentón en la cómoda bufanda verde que recubría mi cuello, para ser una noche de mediados de octubre estaba haciendo bastante frío. Uno de los peores otoños que había experimentado desde que había llegado.

Caminé lentamente por la vereda mientras una gran cantidad de muchachos salía corriendo en el sentido contrario, tuve que quitarme o terminaría aplastada por la pequeña estampida. Gruñí por lo bajo y caminé más deprisa, ya podría pensar luego en los materiales para el siguiente diseño. Eran casi las nueve de la noche g Frank no me perdonaría si volvía a llegar tarde. "Hay muchas cosas que arreglar," dice siempre cuando llego apenas a unos minutos de la apertura, pero la verdad es que no es cierto. Se supone que para eso nos quedamos una hora luego del cierre para dejar todo en orden. Al tipo solo le gusta mandar.

"No estoy llegando tarde, así que no empieces Frank," le dije una vez que dejé mi abrigo en su lugar y el calor del interior me recibió. "Aún faltan unos buenos quince minutos y tengo tiempo de sobra."

El tipo de unos cuarenta años me miró con desdén pero permaneció en silencio aunque seguramente su reproche se reprodujo en su cabeza como de costumbre. Mientras tanto me deslicé por debajo de la barra y entré en el lugar donde iba a trabajar por las siguientes seis horas. Si, talvez ser barista no es el mejor trabajo del mundo, pero se me daba bastante bien y la paga era la suficiente, además de que fue lo único que se pudo ajustar a mis horarios descomunales de la universidad.

"Franchi," una voz sonó a mis espaldas, inmediatamente me volteé para encontrarme con Nate, mi compañero de trabajo quien siempre tenía una sonrisa tatuada en la cara. Sus ojos azules resaltaban encima de la gruesa línea negra que decoraba sus parpados. Nunca entendí completamente porqué le gustaba tanto usar delineador, pero debía admitir que le quedaba bastante bien.

"No me llames así, parece que estuvieras llamando al jefe," arrugué la nariz y me acomodé el delantal negro.

"Pero si ese es tu nombre," se quejó mientras se apoyaba en el mesón, "¿o lo has olvidado?"

"Al que se le ha olvidado es a ti," me crucé de brazos, "mi nombre es Francesca de Rossi y habíamos acordado que me llamarías Ross, como hace el resto del universo."

"Suena a nombre de hombre," bufó.

"Mejor así, detesto que el apodo que me pusiste suene al nombre de Frank."

"No entiendo porque lo odias tanto," se cruzó de brazos.

"No lo entenderías, ¿de acuerdo? Ahora," dije y lo empujé, "anda prepárate y empecemos a hacer nuestro trabajo."

Él, de forma muy madura, me sacó la lengua y se retiró por donde había aparecido, su pelo castaño atado en una pequeña colita donde empezaba su nuca rebotaba con cada paso que daba. Nate era realmente apuesto y tenía a todas las chicas a sus pies, de hecho yo había estado a punto de hacerlo pero mi sentido común me impidió inmiscuirme con él; era mi amigo y sabía perfectamente que también era un mujeriego de primera.

"Ross," la voz de una muchacha me sacó del pequeño trance en el que me había sumergido.

"¡Becca!" Exclamé y le dediqué un abrazo sobre la barra. La muchacha me regresó el gesto y luego se separó para enderezarse.

FOOLS (On Hold)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora